..

No, Señor Presidente Vázquez. Veto al aborto-2008


No, Señor Presidente Vazquez

En el veto presidencial al aborto con fecha 14 de noviembre de 2008, usted Señor Presidente asevera: “El verdadero grado de civilización de una nación se mide en cómo protege a los más necesitados”.

No, Señor Presidente. Con el mayor de los respetos, tengo que disentir con usted ya que el verdadero grado de civilización de una nación se mide por el grado de amor a Dios, a sus Mandamientos y a la Realeza Pública de Cristo y de su Iglesia que esa nación tiene, sea tanto de los pobres como de los ricos. Una nación puede proteger muchísimo a los más necesitados hasta el punto de que los haya erradicado -en la vida extrauterina- de su suelo, como ocurre en una nación como la sueca; pero cometer -al mismo tiempo- la horrenda ofensa a Dios del asesinato de un nonato (el aborto) -que usted vetó con el susodicho fundamento entre otros- de la manera más prosaica que se pueda imaginar

No, Señor Presidente Vazquez

En el veto presidencial al aborto con fecha 14 de noviembre de 2008, usted Señor Presidente asevera: “El verdadero grado de civilización de una nación se mide en cómo protege a los más necesitados”.

No, Señor Presidente. Con el mayor de los respetos, tengo que disentir con usted ya que el verdadero grado de civilización de una nación se mide por el grado de amor a Dios, a sus Mandamientos y a la Realeza Pública de Cristo y de su Iglesia que esa nación tiene, sea tanto de los pobres como de los ricos. Una nación puede proteger muchísimo a los más necesitados hasta el punto de que los haya erradicado -en la vida extrauterina- de su suelo, como ocurre en una nación como la sueca; pero cometer -al mismo tiempo- la horrenda ofensa a Dios del asesinato de un nonato (el aborto) -que usted vetó con el susodicho fundamento entre otros- de la manera más prosaica que se pueda imaginar.
En efecto, en Suecia, el seguro de salud que todos sustentan con impuestos, da la posibilidad a toda mujer grávida de abortar yendo -por ejemplo- en bicicleta y saliendo con ella de una clínica ad hoc (hecha para esto) de la manera más pública y legal imaginable (como lo muestra trágicamente aquella película intitulada “Elisa, vida mía”).
Así que, no se trata de que una nación tenga una excelente distribución de la riqueza de tal manera que no haya pobres en ella y concluir por esto que esa nación está en un alto grado de civilización. Por el contrario, una nación puede proteger tanto a los más necesitados que no los tenga en su seno y sin embargo ser muy incivilizada, vivir en un grado de neobarbarie -robótica y cibernética- tal, que ofenda grave y permanentemente al Rey de las naciones y a su Esposa mística fundada en San Pedro, negándole sus derechos divinos sobre las personas y los pueblos (como ocurre con la nación sueca –para seguir con el ejemplo-). (En Suecia además se da otro índice de neobarbarie en una sociedad sin pobres y opulenta: es donde existe el porcentaje más alto de suicidios en adultos – en niños lo ostenta otra sociedad opulenta: la japonesa).
Nuestro Señor Jesucristo –el hombre más civilizado que existió y existirá- nos da el ejemplo en su vida de que la caridad y su aparente derroche material en los ricos, sustenta una convivencia social más civilizada que la distribución de la riqueza igualitarista o la simple existencia o no de pobres en ella. Así lo vemos en el siguiente episodio evangélico: “Ahora bien, hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, una mujer se acercó a Él, trayendo un vaso de alabastro, con ungüento de mucho precio, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, que estaba a la mesa. Los discípulos, viendo esto, se enojaron y dijeron:´¿Para qué este desperdicio? Se podía vender por mucho dinero, y darlo a los pobres.´ Mas Jesús, notándolo, les dijo: ´¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a Mí no me tenéis siempre: Al derramar este ungüento sobre mi cuerpo; lo hizo para mi sepultura.” (Mt. 25, 6-12)
Dicen los exegetas que el precio del vaso de alabastro correspondía al salario de un mes de un obrero. Los discípulos se parecen mucho –en esta reacción- a los igualitaristas marxistas que miden el grado de civilización de una actitud –o de una sociedad toda- según la igualdad material de los hombres y no según su grado de caridad para con Dios, la Iglesia y el prójimo como lo hace Cristo y la Cristiandad.
Como decía el Cardenal Ratzinger en el 2000: “… cuando se renuncia a Dios, cuando nosotros mismos con nuestro cálculo intentamos organizar el mundo al margen de Él, cuando pensamos que la satisfacción de las necesidades materiales es la auténtica solución a los problemas, no salvamos nada, sino que destruimos, llevamos a cabo la labor de Satán.” (En “Dios y el mundo”; nº 10 “Sobre el desierto”)


Una nación, Señor Presidente, es más civilizada cuanto más reconoce la verdadera Religión y ama a Dios sobre todas las cosas y cumple con los Diez Mandamientos (el 5º de los cuales es el de “no matarás”) reconociendo la supremacía espiritual de la Iglesia, haya o no pobres en su seno. Porque en Uruguay –como en todo el mundo- no solo las mujeres pobres abortan de hecho, sino que también las ricas. Lo que cambia, nada más, son las condiciones en que lo hacen.

La Religión verdadera, reconocida y respetada por los Estados y las naciones hace de éstos, pueblos civilizados. Su desprecio, hace de éstos, pueblos neovándalos. En éste “quid” de la cuestión social –que es religioso- tenemos que buscar la causa primera y última de la violencia y la inseguridad pública en la que vive nuestra nación uruguaya. La descristianización de nuestro pueblo lo ha tornado poco a poco -pero inexorablemente- ladrón, violento, asesino y abortista en los hechos. Nuestra querida Nación uruguaya comenzó negando su confesión religiosa en sus instituciones, después negó su confesión religiosa en lo social, luego también en lo familiar y por último terminó negándola en los individuos. Pero por un tiempo siguió, psicológicamente –conductualmente- teniendo una moral de “inercia” católica. Hasta que llegamos al estado actual de retroceso pagano, con su “fe” laica, positivista y cientificista en la dirigencia y con el vandalismo de guantes blancos y negros en sus distintas clases sociales. (Y esto para que se cumplan las Sagradas Escrituras respecto a la apostasía general de las naciones).

Por todo esto, sería bueno recordar lo que nos decía -en un radiomensaje- a los uruguayos, Pío XII, el 12 de octubre de 1954 : “Se precia vuestra nación de sus instituciones; pues bien, en toda sabia organización pública, ha de haber siempre un puesto preferente para el sincero espíritu religioso, porque él, como ninguno, es el que ha de enseñar al ciudadano cuáles son sus deberes fundamentales; el que ha de inspirarle aquella única y sincera fraternidad, que surge tan sólo de la común filiación divina.”

Con mi mayor consideración, Hilario Atanasio.

acolitotridentino@hotmail.com