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POEMA DEL SÁBADO SANTO- "SANTA MARÍA IN SABBATO"

Santa María in Sabbato

Era sábado y casi todos habían huído
tú llorabas de lágrimas mansas,
te dolías del Amor herido…
y en la casa del discípulo
que, tu Hijo te adoptó por hijo,
creías, esperabas … y amabas
tan humilde como al principio.


Santa María in Sabbato

Era sábado y casi todos habían huído
tú llorabas de lágrimas mansas,
te dolías del Amor herido…
y en la casa del discípulo
que, tu Hijo te adoptó por hijo,
creías, esperabas … y amabas
tan humilde como al principio.

Era sábado de duelo

era el último del viejo tiempo

y aunque ya nadie supo ver

- tras el velo de la muerte y el olvido –

tú –rezando- pre-veías, presentías, la Gloria del Primer Día: del Domingo;

esperando bajo la sombra del Altísimo

que te cubría como al principio.

Era sábado, silencio y término,

eran recuerdos, sollozos y anhelos,

era un ángel –tal vez- que, en la soledad te confortaba,

era solo el discípulo amado que te acompañaba

y con la fe del amor que cree sin ver:

“¿cómo será esto?”[1] preguntabas,

y tan confiada y tan lúcida como cuando fuiste Anunciada

ahora dijiste: ¨hágase en Ti, según Tu propia Palabra¨.

Y el amor de la Fe te recordó lo oído:

el Poder del Altísimo

resucitará a su Hijo y tu Hijo,

como lo anunciara Él mismo

como el mismo lo predijo.[2]

Porque pronto habrá de nacer de entre los muertos,

como de tu seno, nació al principio.

Era sábado, “vital” reposo del Padre Dios;

descanso de sus trabajos ¨primerizos¨

cabo de la Creación

gozoso silencio, contemplativo ...

divina pausa ... , que hoy era vela, era Velo

a causa del fin de los segundos y recreadores trabajos divinos

del Dios-Hijo humanado, ¨mortal¨ sosiego ...

Y entonces, en tu cabeza

- de Madre y de Esposa-

el silencio, era el eco de Dios, por su Palabra cumplidora;

que, en tu memoria -intacta y conservadora-,

y en tu corazón –plenamente palpitante de la divina gracia-, todo lo Suyo meditabas:[3]

“el hijo del hombre será muerto

pero al tercer día resucitará”

Era sábado: día de Fiat nuevo

-eco del Fiat del primer Augurio, para el primer Nacimiento-.

Este era un Fiat nuevo, para un Nacimiento también nuevo,

en el que le dices, para adentro:

“Hágase en Ti, según Tu propio Verbo”:

sermón profético, -a sus discípulos, tres veces predicado-

que hoy consientes para Él ya muerto,

más confiada y más alegre que en el primero.

Era sábado, día de Fiat nuevo.

Por el primero, -tú asintiendo-

Él se hubo de dar a luz desde tu seno,

por Éste, -tú consintiendo-

se habría de dar a luz de nuevo

pero ahora desde frío y pétreo seno:

por el sombrío sepulcro tu Fe fue en aumento:

este Fiat te dio más méritos que el primero.

Era sábado, cabo de la Creación,

“vital” reposo del Padre en el Seno de los Tres,

celebración humana del divino descanso de los trinitarios trabajos primigenios;

pausa divina, contemplativo … gozoso silencio,

que hoy era duelo por la sepultura deseada y satisfecha por el Hijo,[4]

a causa de lo “mortal” que fue este retozo[5] de la Sabiduría encarnada en Jesucristo:

fin de los segundos y Redentores trabajos de este Dios Hijo

que, tendrán por Colmo, la Resurrección del Domingo:

de la Nueva Alianza, del nuevo tiempo ... el inicio ...



[1] Luc. 1, 30-35 y 38 ¨Mas el ángel(Gabriel) le dijo: ¨No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios. He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Salvador). Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin.¨ Entonces María dijo al ángel: ¨¿Cómo será eso?, pues no conozco varón?¨ El ángel le respondió y dijo: ¨El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. (...) Entonces María dijo: ¨He aquí la esclava del Señor: séame hecho según tu palabra¨.(“Fiat mihi secundum verbum tuum”

[2] Mt. 16, 21;17, 22-23; 20, 17-19 – “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas, y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.

[3] Luc. 2, 51 “… y su madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón”.

[4] Luc. 12, 49-50 ¨Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté encendido! Un bautismo (una sepultura) tengo para bautizarme (para sepultarme), ¡ y cómo estoy en angustias hasta que sea cumplido! Jn. 18, 11 ¨Mas Jesús dijo a Pedro: ¨Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?¨

[5] De ¨retozar¨: juguetear los niños o animales jóvenes, saltando, brincando o persiguiéndose unos a otros. En esta línea dice la Sabiduría (el Hijo) de su co-eternidad y de su co-creación con el Padre: “Aún no existían los abismos, y yo ya era concebida; ni aún brotaban las fuentes de las aguas, ni aún eran constituidos los montes: antes que los collados yo era dada a luz.(…) Cuando (el Señor) señaló sus límites al mar, para que las aguas no traspasasen sus orillas; cuando puso los cimientos de la tierra, estaba con Él componiendo todas las cosas. Y me deleitaba todos los días jugando en su presencia continuamente; jugando en el orbe de la tierra; teniendo mis delicias en los hijos de los hombres.

Prov. 8, 24-25; 29-31 (Podemos aplicar lo mismo a la re-creación que realizó la Sabiduría encarnada por su muerte y resurrección. Pues si bien la Pasión, Muerte y Sepultura de Jesucristo fue angustiante y dolorosa, no menos fue para Él algo lúdico y deleitoso pues con la artimaña de la Cruz y el dejarse morir engañó al engañador y lo mató en su mismo intento de matar al Dios-Hombre encarnado en su Persona. En sufriendo con su Pasión y Muerte al mismo tiempo se deleitaba: primeramente, por cumplir en ellas la voluntad del Padre, pero también por jugar con el demonio y ganarle en su propio terreno que fue el mundo que lo condenó. Decimos que era el terreno propio del demonio pues Nuestro Señor mismo lo llamó: “Príncipe de este mundo”).

La conversión a Cristo



Hilario Atanasio




La conversión a Cristo

Cuando fui libre de Ti
esclavo de mí mismo,
esclavo de todo fuí:
en mis palceres sufrí.

Siendo hoy esclavo de Ti
tu Amor me libra de mí,
libre soy en mi sufrir:
me confortas al morir.

Cuando en placeres vivía,
vivía para morir sin fin,
hoy que en penitencia muero,
muero para vivir sin fin.



¡Oh, Samaritana!

¡Samaritana!, fuiste con el cántaro,
a por agua, fuiste,
al pozo de Jacob te dirigiste
y terminaste dejando el jarro
porque adoradora
en espíritu y en verdad te convertiste.

Fuiste con la vasija, ¡Samaritana!,
-a un pozo de piedra marchaste-
de la ciudad saliste a buscar potable agua
y dejando la ánfora acabaste
llena en tu alma
del Espíritu de “viva” agua.

Volviendo a tu pueblo,
-de lo perecedero olvidadiza-
te transformaste en discípula y maestra de lo eterno,
llevaste en tu corazón la Gracia de hija,
que es un Don que te entregó un “Pozo” pleno
que fué el mismísimo Jesucristo, el Mesías.

¡Oh, Samaritana!,
tú eres para nosotros
un ejemplo bello:
por tus pecados, tu pecho,
era un cántaro seco
y por entender al Profeta y al Cristo
dejaste que tu alma
se convirtiese en una ánfora
enchida de misteriosa agua
de la que un río irrumpiese
para la vida eterna surgente.

¡Oh, Samaritana, convertiente!
¡intercede por nosotros, nada inocentes!





“¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?”


Estoy muy triste, madre,
y no quiero que lo sepas
para que no te quedes con pena
sin que tú lo merezcas.

Es que no encuentro trabajo
donde dignificar mi razón
y Dios se ha vuelto lejano
como que ya me abandonó.

Pero el abandono del Padre-Dios
el Hijo-del-Hombre-Dios
-aunque era “pleno de gracia y de verdad” -
en la Cruz también sintió.

Y esto solo me consuela
en medio de mi pequeña cruz
y le da esperanza al corazón:
pobre y arrepentido pecador,
soy renovado por la Gracia
del Dios-Espíritu santificador.


A secas

Te quiero a Ti, a secas,
no por tus consuelos
- aunque al venir
te los agradezca-.

Quiero mi cruz a secas
la que me niegue y te afirme
la de la obediencia simple,
a secas …





Mi pequeña cruz

Mejor mi cruz
-pequeña y sin brillo-
que una grande
y deslumbrante
pero ajena.


Al mate amargo

2 de noviembre 2004

Es bravío ocupar el tiempo
de un desocupe que se hace largo.
Porque hay un dolor “desocupado”
y llora el corazón
que no tiene trabajo.

Es tiempo difícil de sobrellevar
con la sensación del inútil bajo el brazo.
Sobrelleva el amargarse
el mate amargo
y ayuda a rezarte,
Dios mío, mi Bienamado.

Hoy de difuntos es el día,
en el que nos recuerda la Iglesia,
la purga de los pecados del día a día
y la muerte inexorable de esta vida
que, para ganar la eterna,
tendrá que ser, ante Dios, meritoria.







Lo primero

Cuando el sol puede caber
en un papel al viento
el corazón alienta esperanzas que son viejas
y que desde el Cielo se renuevan.

Temo y amo Tu Nombre,
como aquello que es primero
y es raíz
y en el Santísimo Sacramento es velo…
de Alguien que es muy cierto…


Al Santísimo Sacramento del Altar

Velado te velo
y presente y sacrificado
te veo.

Por la naturaleza,
lo primero.
Por la gracia,
lo postrero.





“Acepta todo lo que te acontece”

Dame, Señor, la enorme gracia
de adorar todas y cada una de las disposiciones y de las circunstancias
que rodean mi vida.

Dame la gracia de adorar
tus hechos providenciales
que, transitoriamente, son en mi contra
porque Tú, serás mi victoria y mi corona.

Dame la gracia de adorarlos
y pídeme el apreciarlos
en Tu Paz.

Nada más ni nada menos, te pido:
que me des lo que dice Tu Espíritu:
“ACEPTA TODO LO QUE TE ACONTECE”,
porque “todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios.”



Anclado en el Cielo

Se asienta el mediodía
sobre la paz de Tu presencia
sobre Tu estar de inmensidad.

Queda el corazón tranquilo
aunque la suerte material
no sea la mejor por estos días.

Tu Amor me admira
y también me gratifica:
quedo anclado en la esperanza del Cielo, mientras la tierra
me muestra su cara de horrenda.
Hablo de esta vida
que, es un valle de lágrimas secas
y un sufrir silencioso que nadie observa.
Nadie más que, tu paterna inclinación
sobre este hijo pródigo
que siempre regresa
porque Tú vas corriendo a abrazarlo
en su camino de vuelta.

¡Te amo, Dios mío,
no permitas que me separe de Ti!



Aquiescente

Asentir en quietud de alma
la pasión purificante:
puros gemidos del alma
y del Espíritu en el alma…inefables…

Dejarse purgar, podar,
por Providenciales “serruchos”
siendo indiferente con la deshonra.
“Cortes” que el Divino Viñador hará, para que dé más frutos.


Asentir y ascender con la voluntad divina
en el oculto silencio del alma,
de caído teniendo las apariencias:
“Ego autem sum vermis et non homo”
con visibles difamaciones asumidas.

Asentir, humillarse, sin decir palabra,
consentir en ser tenido por loco,
por malhechor, por falso hermano,
para agradar al Divino “Loco”.

Asentir y ascender, consentir y animar,
re-animar el fuego de la caridad
que encendiste en mí
y que negándome lo re-llamas.

Ahora me dejas en casi pura recepción:
ser cera que la llama divina quema, sin evanescerla.
Ofrecer el cerno sublime del alma
como pabilo aquiescente
que, sin destruirlo, purifican desde las Cumbres Altas;
quitando las escorias del pecado
y el alma y el cuerpo aquietando
al aquietar el alma en Ti:
“Deseado de los eternos collados”.

Ser de Dios en alma y cuerpo:
racional obsequio nuestro.
Ser desde ya, vela inextinguible
en el Templo que, con nosotros,
para tu propia Gloria te estás construyendo.

Ser luminaria aquiescente de tu Gracia
para merecer la Luz de tu Gloria.

Eso quiero, asiento, “aquiesco”…



Callos en las rodillas, alas en la espalda

Mis rodillas orantes sostienen mi alma
en tu acatamiento, Señor.
Son difíciles días,
pero Tú le das alas a mi espalda,
mientras me crecen callos en las rodillas.

Dame paciencia,
porque los tiempos son bravíos;
por momentos me abruma
la soledad interior,
aunque no deja de consolarme Tu Providencia suma.

Tú eres un Dios que obras maravillas:
el mañana es Tuyo:
haz que me deje guiar
por tu mano, para el futuro.




La alegría de los afligidos

El día de otoño
descuelga del cielo
sus eles minúsculas
y todos los horizontes
están cerrados de nubes.

Es difícil el camino
que lleva al Cielo
aunque es suave tu yugo.

Suaviza mi corazón abrumado
de los grises de esta vida
porque no hay cristiandad
sin grises aquí abajo.

Mira este valle de lágrimas:
hazle caso a tu Madre
que es, de los afligidos, la alegría.



De Ti toda Gracia, de mí todo pecado

De Ti toda Gracia,
de mí todo pecado.
De mí toda pereza,
de Ti todo trabajo.

Porque Tú trabajas siempre,
junto al Padre y al Amor que los une:
los Tres trabajan y es Uno el que Trabaja
subsistiendo todas las cosas.

Y todo gira en torno de todo
bajo tus órdenes de inmensidad:
“Tú que penetras los abismos y te sientas sobre querubines.”
“Tú que si subiere al cielo allí estás;
si bajare al abismo Tú estás presente.”
“Yahvé ¿qué es el hombre
para que de él te ocupes,
el hijo del hombre para que pienses en él?”
¿Quién es el hombre
para que le des la Gracia
“semilla de la Gloria”?

De Ti toda Gracia,
de mi todo pecado,
de Ti todo perdón.
A Ti toda la Gloria,
a Ti todo Honor.

A Ti, que eres el Dios de inmensa Majestad,
lo eres también de inmensa humildad,
porque el Hijo del Hombre
clavó sus brazos en la Cruz.
Porque en la Cruz
Uno era crucificado
y Tres, tres veces clavados.

Porque en la Cruz era abandonado el Hijo
y a los Tres, los hombres abandonaban.
Porque el Padre se expresaba en el Hijo
y ellos Dos en el Amor con que eternamente se amaban.

Pero los hombres no escucharon
el instante en que todo era consumado:
la Gracia de Dios
destruía del hombre el pecado
y así se consumaba
el mayor de los trabajos
de esta vida “que es una noche mala
pasada en una mala posada.”


“Date prisa, Señor, en socorrerme”

Me refugio en Tu Palabra,
como una lágrima roja
en mi mejilla se ensancha.

Es duro el esperar el tiempo de tu visita
pero en este valle de lágrimas
son inexorables las lágrimas.

Dame esperanza, Señor.
No te olvides de tu siervo pecador,
“date prisa, Señor, en socorrerme.”

Reforcé la esperanza

Fui a tu Sangre
y quedé limpio.
Bebí de tu Agua
y me trascendí.
De tu Cuerpo Entero comí
y reparé mis fuerzas.
Reforcé, en tu misericordia, la esperanza
y mis pecados no me hicieron violencia.
Porque a Ti te agrada
que a tu Amor lo miremos
como omnipotente, frente a nuestros insignificantes esfuerzos.



El alma suspira por Ti

La tarde levanta su oración
en el “silencio sonoro” de su intimidad.
El pecado y la enfermedad,
el dolor y la muerte,
son las más graves verdades
de esta vida peregrina.

El alma por Ti suspira
y no sabe cómo pedirte
“que pasen de este mundo las apariencias” ,
las fiestas que terminan
los peligros que nos acechan,
las amenazas que intentan
separarnos de la Trinidad…
para que la muerte sea eterna:
“Dios mío, ven en mi auxilio
date prisa, Señor, en socorrernos.”


Entre el Terror y la Indiferencia

Entre el Terror y la Indiferencia
está la firmeza de tu Verdad, Señor,
y el calor de tu Amor.

Por la Verdad, nos haces libres
y por el Amor alcanzamos
lo que buscábamos:
poseerte… amarte y ser amados.

El Terror es obra
de hombres mediocres
y es hijo de la tiranía
no de la violencia de tu Reino,
ni del temor filial.

La indiferencia hacia Ti
es obra de hombres pasionales
y de orgullosos que se ocultan
en eufemismos de humildad;
y es hija de la pereza,
no del discernimiento de espíritus,
ni de la prudencia.
Escribiría en sangre

Escribiría en sangre
estos versos de oración
esta oración de versos;
pero alcanza con que mi corazón
compulse mis dedos.

Son días de desasosiego
en que Tú pareces alejarte más que nunca
y sin embargo, en el dolor se levanta tu Cruz
que alienta mi oración llena de Su locura.


Octubre 2004

“La caridad no piensa mal”

Descansar quiero José
en tu silencio de angustias
porque por el Amor de los Amores
- viviéndolo – tu amor las destronó.

Descansar quiero mi Santo
en tu silencio sitiado de espantos
que la sospecha parió
y que mató tu amor a Dios.

Descansar quiero José
en tu silencio de Amor
que te llevó por senderos
donde bien del otro se pensó.

Descansar quiero mi Santo
en tu silencio de Dios
en el que se separan los hombres
como prueba de su perfecto amor a Dios.

¡Recuerda, Padre Bendito,
que Fernando de San José soy!
La Cruz hoy

La palabra sola,
con todo el silencio
que pese en su aliento.

Y la Santísima Virgen
cubriéndome con su Gesto,
pletórico de cruces:
camino único
para alcanzar a Cristo,
para obtener el Cielo.


No ya, los dulces, los pétalos
al costado del camino;
sino que, los sinsabores, los ácidos, los espinos
que no dejan de guiarnos
por el verdadero sendero
que lleva a la Cruz,
y que de cruces se va haciendo.


Julio 2004


La noche y los versos de portero

La música se desmenuza
en gordas gotas de arpegios
desde una radio de portero.

Todavía no sale el sol:
la madrugada avanzó
sus largos pasos
pero aún no llegó
al final de su abrazo.

Y mis dedos son los cinco vehículos
por donde los nervios
se aplacan … se sobrellevan …
después de estar “erguidos”
por mucho … muchísimo … tiempo …







La prenda de la gloria

La noche de la vida
es estar alejado de Ti.
Mi noche que da Vida
es sufrir y estar unido a Ti.

Hay dolor interno
en la obscuridad de este valle de lágrimas,
junto a la paz del consuelo.

La sonrisa de Dios es la gracia
sobre todo padeciendo.

Es sonrisa de Dios
porque es prenda del Cielo,
que es alegría sin término.


La torre de la Iglesia

Entre la antigua torre de Babel
-heredera de la prevaricación Caínica -
y la torre de Babel moderna: el rascacielo
-continuador de la prevaricación Lutera-
se eleva la torre de la Iglesia,
de la penitencia de Adán heredera ,
de la confirmación de San Pedro
y de la infusión del Espíritu en el Cenáculo.

(Y en resonancia con ella,
la torre del Monasterio se levanta:
como de la contemplación de San Juan heredera.)

Aquellas dos primeras, elevan al hombre
para confundirlo en su propia luz
y al pie de la Cruz, lo abaja la tercera,
para esclarecerlo en la Luz del Altísimo
Inmolado por el sacrificante Obispo
en el ara del incruento Sacrificio.

Entre los tiempos de las dos inmensas torres,
del antiguo y del moderno hombre,
-obras de la astucia del ángel soberbio
y de la humana connivencia-
transcurrió el Tiempo de la moderada torre de la Iglesia
con la Cruz de Cristo en su cima:
dos pirámides grandísimas, elevadísimas,
para la vieja y reciente ciudad del hombre,
que religado a sí mismo
se desvive para morir en su propia codicia:
una torre moderada pero sobresaliente
para la plenitud de los tiempos de la Ciudad de Dios:
ciudad católica iluminada por Jesucristo
para vivir de su Crucial despojamiento.

Torre del Perpetuo Sacrificio
para la salvación de los pequeños:
ciudad baja y humilde para un altísimo y sublime destino:
humus animado por Dios y amado sin arrepentimiento
desde antes de todos los tiempos:
lo más alto del pueblo, es la Cruz de Cristo con sus campanas al vuelo:
como hombre, Dios ha muerto, para darle el Cielo a los electos:
“Y Yo, una vez levantado de la tierra, atraeré todo hacia Mí”
y “de los que el Padre eligió no se perderá ninguno”.

Y así fue: a pesar de la inercia del pecado,
la Cruz se irguió soberana en la Plaza Madre de la Ciudad
de los medianos, plenos y renovados tiempos,
como ápice -estable y orientador- de la vida peregrina del hombre:
sacrificio, renuncia de sí mismo,
para que Dios reinase desde un humilde Leño.

Plaza Matriz: cabeza y corazón del pueblo,
Catedral y Cabildo
Jerarquía y gobierno,
Dios y el César
el alma y el cuerpo,
soberano el espíritu, la materia luego:
paz en el corazón, canto sacro en el cuerpo.

El príncipe cantaba sumiso, bajo el báculo del Obispo,
la Verdad que hace libres a los pueblos, agradeciendo:
“Te Deum laudamus, Te Deum confitemur”.

Y todos, de rodillas junto a él,
pedían la Salvación por la sangre redentora
del Divino Pastor y Cordero:
“Te ergo quæsumus, tuis famulis subveni,
Quos pretioso sanguine redimisti.
Salvum fac populum tuum, Domine,
Et benedic hereditati tuæ”.

Y la urbe se quedaba plena de regocijo
porque en las Leyes dominaba Jesucristo
y entendía -desde la torre de la Iglesia-
del alma y del cuerpo, el orden jerárquico y colectivo,
en el repique de sus badajos, re-sonando desde el ¨cielo¨.


Las matemáticas y yo

La mañana matemática
es un esfuerzo de superación,
para quien las letras y la biología
son su mayor predilección.

Superarse, en estado de gracia, es una manera
de estar más cerca de Dios,
que es el colmo de la perfección.

Así, entre número y número
-entre mate y oración-
desde lo pequeño de este suelo
emerge mi anhelo de plenitud:
anhelo que es deseo de posesión
inmarcesible de Dios.

Maduró ya, la sabia

Unas luces que se encienden
en la invernal ciudad del cerro de la bahía.
y en el corazón,
un amor más grande
que todos los amores
fugaces y familiares de esta vida.

Ha llegado el silencio
con su manto de sedas
y le arranca al corazón
oraciones de edad cuarentena.

Maduró ya, la sabia que corre por mis venas
y la enfermedad hizo sufrir –y hace-
a un alma que pide perdón
y consecución de Tus Promesas.

Perdón, Señor, y amor
porque tu misericordia es eterna,
porque sin ella,
no hay vida que permanezca.


2004
Misericordia

Canta la noche
su comienzo de parsimonia
y el tic-tac de familiar memoria
no para su ritmo inexorable.

Se acerca el día, la hora,
el minuto de la muerte:
de estar desnudos a los ojos de Dios.

Canta la noche
su comienzo inexorable:
no hacemos más que agradarte:
todo lo demás es paja que quemará tu fuego amante:

¡Dios mío y Señor mío,
Amor mío, Padre: Misericordia!

2004
Méritos

Es otoño y el amarillo –cepia y ocre- de los árboles
nos hablan de la caducidad de esta vida que pasa
y del anhelo íntimo que tenemos de la eterna.

Méritos, méritos que tener tendremos
para que Tú nos bendigas
cuando nos despojes del cuerpo
y en Ti, al descubierto,
nuestras obras nos sigan
y hagas de Juez y de Paterno
como lo tienes dispuesto.
“Misericordia tua subsequetur me”

Tu misericordia, Señor,
por debajo me sigue:
“SUB-SEQUETUR ME”.
Imperceptiblemente me persigue
“para gloria de su Nombre”
con paso suave pero firme.

Me persigue “en puntas de pie”
pro-moviéndome hacia lo que más me conviene,
en mi espíritu, desde ese espacio
más íntimo que yo mismo
donde el Espíritu gime por Sí mismo
con inenarrables gemidos,
suplicando para mí mismo
mejor que yo mismo:
sosteniéndome en el ser;
mi miseria con su dedo, mostrándome,
y en esa misma acción
manifestando su omnipotencia
del modo que le dá más satisfacción :
perdonándome con su misericordia.

Y al perdonarme,
señalándome el camino de la reparación.
¡Cuántos actos para mí
en el único Acto que eres Tú!:
mantenerme, para contigo siempre estar;
el juicio sobre mí mismo aquilatar:
(porque “la humildad es la verdad” );
pero sin desesperarme en ese sentido:
(porque la miseria es inmensa).
Por la esperanza haciendo tu divina “operación”:
(porque tu Amor perdona gratis
y antes de pedir retribución).

Tu misericordia es una persecución:
¡alelulia!, ¡gratificación!




Mucho más de la cuenta

Acostúmbrate, alma mía,
a que el hombre no te cuente
y así, en tu cruz, unirte
a Dios puedas, más fácilmente.

Que el Hombre
-en su Cruz, a Dios unido-,
siempre en cuenta te tiene,
por haberte primero querido,
por haberte en cuenta tenido,
mucho más de la cuenta.

Que el Hombre
-en su Cruz, a Dios unido-,
¡oh, hombre!,
por amarte primero,
primero te quiso, te hizo,
te rehizo, te requiso.

Porque en su eterno, inescrutable
y trinitario Consejo, dijo:
primero te crío y santifico,
segundo –tras tu pecado-, te redimo,
tercero –tras mi gloria-, te resantifico.

Navegando por el Delta del Tigre

A los juncos que creaste
en el perfil de las “pintas” del Tigre,
parecen peinarlos –los balancean-
las ondas de la gran lancha
que creó la inteligencia
del ser que amaste sobremanera.

Te alabo en los juncos verde-brillantes
de febrero rutilantes.
En la nave te alabo
y en el hombre redimido
te canto y me encanto de Ti.

Porque todo se hace para Ti:
aún el quehacer del hombre malo
porque éste –tanto como el bueno-
entran en tu Orden:
el malo –por Tu Justicia-
con Tu Castigo
y el bueno –por Tu Misericordia-
con el Premio.

¡Qué sea de los segundos, Señor,
sin merecerlo!

Para amarte como debemos

Sabríamos poco de lo que debiéramos
si no fuera porque Tú no te hubieses dado
- y no te dieses – a conocerte.

Conocerte a Ti, mi Dios, ¡qué maravilla!,
conocer a tu Única Esposa; la Iglesia Católica
y mi alma ser tu esposa en la Esposa:
amor de un solo sendero
y de un único te quiero.

Conocerte a Ti, ¡qué hermosura!, Dios mío,
para amarte como debemos.
Y con alegría amarte queremos
cumpliendo tus diez mandamientos


Para estar más cerca de Ti


Dulces sospechas sobre mí
que me asemejan a Ti,
Divino-hombre sospechado.

Dulces murmuraciones sobre mí
que me asemejan a Ti,
Divino-hombre murmurado
por los buenos y por los malos.

Dulces burlas sobre mí
que me asemejan a Ti,
Divino-hombre Burlado.

Sí, dulces estupideces del hombre
que yo también cometí
y que tu gracia, ahora, lanza sobre mí
y las arregla –y se las arregla-
para que yo esté más cerca de Ti.







Paradoja de la Gracia

Sufrir amándote
eso me diste y eso más quiero.
Porque por amarte
sufro gozando
y por gozar sufriendo
veo cumplido lo Tuyo:
“mi yugo es suave y ligero”

Gozar sufriendo
no es de la naturaleza
es paradoja de tu Gracia
mi Dios querido y Trino
mi Dios verdadero
en la Católica Iglesia permaneciendo.

Gozar sufriendo
no es de la naturaleza
pero no la niega,
por el contrario:
es “operación” de tu Gracia
que a un tiempo
la cura y la eleva.

Me diste amarte de lo Alto
al renacerme en mi Bautismo
y con Tu Amor en el alma
me diste gozar sufriendo.

¡Oh, paradoja de tu Gracia!,
que renuevas mi naturaleza
dándole movimientos contrarios a ella
y hacia un fin atrayéndola
que la sobrepasa sobremanera.

¡Oh, paradoja de la Gracia!,
ya otra cosa no deseo
sino que, -en la hora señalada de mi muerte-
escuchar de Ti este verso:
“Entra en el gozo de Tu Señor,
siervo fiel y bueno”





Poema del Censo

Una sirena que suena
allá abajo en las calles de la noche.

Una lluvia de aseo
cubrió el extenuado cuerpo,
y la Virgen Milagrosa
me saludó por el recuerdo
desde la hornacina de una casa
que había censado mi esfuerzo.

Cénseme tu clemencia
Virgo clemens
Virgo serena.

Cénseme tu misericordia
ante tu Hijo misericordioso
y no ante tu Hijo, de inapelable Justicia.
2004




¡San José, protégeme!

Protector de los humildes,
San José obrero, ¡protégeme!

Tú que supiste de angustias,
San José, probado, ¡protégeme!

Tú que supiste de tribulaciones,
San José atribulado, ¡protégeme!

Tú que confiaste en la Providencia,
San José confiado, ¡protégeme!

Protector de los que sufren
penas interiores, ¡protégeme!

Tú que diste seguridad
a la mismísima Virgen María, ¡protégeme!







“¿Por qué estás triste, alma mía?”

¿Acaso se agotan tus misericordias
en los límites ahítos de nuestras miserias?

¿Son un muro tus palabras
y tus gestos de amor?

¿No conoces que llevamos
Tu Tesoro en vasos de barro
y que nuestra esperanza está en Ti?

Esperanza, Señor, dame esperanza:
esa ancla que ancla el alma
en los bienes celestes
mientras nos acechan los males terrestres.

Mi voluntad es pobre como un pordiosero
y está triste mi alma desde hace un tiempo.
Por eso con el salmista canto:
“¿Por qué estás triste, alma mía,
y por qué me llenas de turbación?
Espera en Dios, porque he de alabarte todavía,
a Él que es mi Salvador y mi Dios?”


















Portero nocturno

La música suave de la radio
acompaña mi noche vigil
y los rostros alegres de unos niños
se dibujan en la imaginación.

Es triste este tiempo
y lleno de angustias y oración:
“Angosto –angustia-
es el camino que lleva a la Vida”
dice la Vida que, es el Eterno
y nos da fuerza y alegría
para re-correrlo.

Que no desfallezca
mi fe y mi amor, Señor,
y que la esperanza sea la celeste ancla
para estos tiempos
en los que el barro del que estamos hechos
se hace sentir con más “aliento”.


Que no haya omisión, Señor

La noche tempranera
arrulla el tic-tac perseverante
y mi corazón se acurruca
a la sombra de Tus Alas.

La paz se ha instalado en mi corazón
gracias a tu Gracia bienamada.

La noche tempranera y el silencio
se alían para llevarme -casi sin querer-
a conciliar el sueño.

La paz se ha instalado en mi corazón:
que no haya en mis actos omisión
te lo pido, Señor.








De los violentos es el Reino

Me escondo en Tu Palabra
como en un refugio de montaña.
Esta vida es un valle de lágrimas
y el anhelo de Tu felicidad es su sustento.

A vivir continente
me enseñas, Señor,
pero yo solo no puedo:
y el solo darme cuenta de esto,
es un soplo de tu gracia,
es la alegría de tu encuentro.

Lo aprendí en tu Escritura:
para cumplirlo día a día me violento
y de esto me alegro
porque el Reino de los Cielos es de los violentos.


¿Quién soy yo, Señor, para que de mí cuides?

Duerme la siesta
la vida que pasa,
y tu Amor, Señor,
es innumerable.

Tu misericordia, Dios mío,
sobrepuja la hondura de mi miseria
y desde ella me eleva
hacia las alturas de la dignidad.

¿Quién soy yo, para que de mí cuides?
¿Quién soy yo, para que te acuerdes de mí?
¡Tu, Señor, que haces maravillas:
que me elevas a Ti!








Viviendo en tu Pasión

No tiene la vida
otro sentido que el de ir a Ti:
lo demás es ocasión para ello.

No tiene la vida
otro sendero luminoso sino la Cruz que lleva a Tu Luz:
lo demás es contrarresto de esto.

No tiene la vida
otra faceta dramática que,
la que le presentas Tú: la Cruz.

No tiene la vida
otro dolor que tenga sentido
sino el de vivirlo en tu Pasión.

Salmo 31, 6

Cuando me hice mi adversario
y te confesé mis injusticias
Tú te hiciste mi amigo
porque siendo -como era- Tú me sostenías
en el querer de aquello mismo,
pues Tú das el querer y el hacer lo bueno, día por día.

Cuando era amigo de mí mismo
-halagando mi vanagloria y mis sentidos-
Tú eras –con justicia- mi enemigo
porque no estabas en aquello mismo,
negando yo en mí –siervo y amigo preterido-
Tu amistad y Tu señorío.

Entonces –con justicia-
visitabas con varas mis injusticias
haciendo imperfecto el gozo de mis extravíos.

Ahora que –por Tu Gracia- he andado un caminito
siendo -como corresponde- mi adversario y tu amigito,
confieso a mis hermanos y enemigos
mucho más que mis miserias:
de Luchador, tus triunfos en mi bien merecidos,
con la certera espera que los "bien-diga"
el poder cantarlos en lo eternísimo.

Porque Tu misericordia es la Verdad del Amor Subsistente:
sobreabundancia,
gracia pura,
inmarscesible sonrisa del Creador a su criatura.

Tu Justicia es la verdad a secas
y la conocen y la conocerán
los que no quisieron llorar la propia miseria
sino que, hicieron de ella su “fortaleza”;
los que no quisieron reflejar en su rostro
la sonrisa de Dios,
dibujada en Su Rostro,
cuando los llamaba a la fiesta del retorno
-en el lugar de donde se habían ido-
cuando los llamaba, a la penitencia en la casa del reencuentro sin sobornos.

En ellos, la Verdad quedó, quedará,
en solo la condena: culpa y pena.
En los misericordientes
será absolución y purga de la pena
aceptación de la Alegría eterna
sonrisa por el trabajo bien cumplido,
recepción, filial reflexión,
de la Alegría Paterna
y de sus ángeles millonésimos:
sonrisa del Hijo que aceptó con entereza
-a favor de los hombres- los injustos trabajos resarsorios.

Porque Tu Misericordia es la Verdad del Amor
y Amor es la definición que de Ti mismo
nos diste por tu discípulo amado
y ella es para conmigo
el fundamento de mi propia enemistad, de mi propio desafío
y de mi amistad “agraciada” para contigo.

















Santa Indiferencia

No estás Tú, Señor,
más en la alegría
que en la tristeza.
Los que no estamos en ésta somos nosotros,
porque no la queremos.

Si estuviéramos
-presentes a nosotros mismos-
también en el sufrimiento,
en éste te encontraríamos a Ti
que, por la gracia de la Cruz,
siempre habitas en mí.

Pero la naturaleza decaída me aleja de mí:
de mi dolor y de Ti en mí;
porque todo dolor puede ser víspera de muerte
y ¿qué alma y qué cuerpo
no siente primeramente
el desgarro de su ser en aquello?
En Getsemaní, Tú lo sentiste
y si tu humanidad lo abrazó
fue por el imperio indestructible
De tu Divina Voluntad en Vos, Amor.

¡Qué impere, entonces,
Tu Voluntad en mí
y tanto en el llanto, como en el gozo,
te encuentre ecuánimemente en mí!

Pues, como dice el Santo Doctor Africano:
“da lo que mandas y manda lo que quieras” ,
Dame encontrarte en la tristeza
y entonces pide
adorarte en ella:
Porque ese movimiento
Es contrario a mi naturaleza.









Santa María in Sabbato

Era sábado y casi todos habían huído
tú llorabas de lágrimas mansas,
te dolías del Amor herido…
y en la casa del discípulo
que, tu Hijo te adoptó por hijo,
creías, esperabas … y amabas
tan humilde como al principio.

Era sábado de duelo
era el último del viejo tiempo
y aunque ya nadie supo ver
- tras el velo de la muerte y del olvido –
tú, rezando, presentías, la Gloria del Primer Día: del Domingo;
esperando bajo la sombra del Altísimo
que te cubría como al inicio.

Era sábado, silencio y término,
eran recuerdos, sollozos y anhelos,
era un ángel que, en la soledad te confortaba,
era solo el discípulo amado que te acompañaba
y con la fe del amor que cree sin ver:
“¿cómo será esto?” preguntabas,
y tan confiada y tan lúcida como cuando fuiste Anunciada
ahora dijiste: ¨hágase en Ti, según Tu propia Palabra¨.

Y el amor de la fe te recordó lo oído:
el Poder del Altísimo
resucitará a su Hijo y tu Hijo,
como lo anunciara Él mismo
como el mismo lo predijo.
Porque pronto habrá de nacer de entre los muertos,
como de tu seno, nació al principio.

Era sábado, “vital” reposo del Padre Dios
descanso de sus trabajos ¨primerizos¨
cabo de la Creación
gozoso silencio, contemplativo ...
Santa María in Sabbato (continuación)


divina pausa ... , que hoy era vela, era Velo
fin de los segundos y recreadores trabajos divinos
del Dios humanado, ¨mortal¨ sosiego ...

Y entonces, en tu cabeza
- de Madre y de Esposa-
el silencio, era de Dios, Palabra cumplidora
que, en tu memoria -intacta y conservadora-,
en tu corazón, todo lo Suyo meditabas:
“el hijo del hombre será muerto
pero al tercer día resucitará”

Era sábado: día de Fiat nuevo
-eco del Fiat del primer Augurio, para el primer Nacimiento-.
Este era un Fiat nuevo, para un Nacimiento también nuevo,
en el que le dices, para adentro:
“Hágase en Ti, según Tu propio Verbo”:
sermón profético, -a sus discípulos, tres veces predicado-
que hoy consientes para Él ya muerto,
más confiada y más alegre que en el primero.

Era sábado, día de Fiat nuevo.
por el primero, -tú asintiendo-
Él se hubo de dar a luz desde tu seno,
por Éste, -tú consintiendo-
se habría de dar a luz desde pétreo hueco;
por el sombrío sepulcro tu Fe fue en aumento,
este Fiat te dió más méritos que el primero.

Era sábado, cabo de la Creación,
“vital” reposo del Padre en el Seno de los Tres,
divino descanso de los trabajos primigenios;
pausa divina, contemplativo … gozoso silencio,
que hoy era duelo, deseado y satisfecho por el Hijo,
a causa del retozo “mortal”, del Dios humanado en Jesucristo:
fin de los segundos y Redentores trabajos de Dios Hijo
que, tendrán por Colmo, la Resurrección del Domingo:
de la Nueva Alianza, del nuevo tiempo ... el inicio ...


Sonó la hora

Cuando, siendo fieles a Dios,
las palabras de los hombres y sus gestos
no demuestran más el aprecio
al que nos tenían “afectos”,
con más fuerza aferrémonos,
-de alma y de cuerpo-
a las Palabras y a los Gestos,
del Corazón Paterno,
de la Verdad-Verbo
y del Espíritu Co-Eterno.

Pues Dios está siempre atento
a nuestros fieles anhelos
y nunca nos falla en sus proyectos
aunque no lo siéntamos: lo sabemos.

Cuando falta de los hombres el sentimiento,
sonó la hora de darle a Dios,
un mayor asentimiento.




A Nuestra Señora de la Paz

Madre, apacigua el alma
pues mi paciencia es escasa
y la sospecha, sobre mí, infundada.

El Crucificado, quite de mí
todo viso de maldad:
que me haga igual a Sí.

En el Cordero sea cordero:
manso para entregar-me
humilde para salvar-me.

Espere mi alma al Cielo
que Irado se vengará:
Justicia por fin se hará.

No me deje vencer por el mal
que no me vengue por mí,
que con Su bien venza al mal.



Un Dios Apasionado

Ni la holganza, alma mía,
ni la estrechez
que los hombres te den
-aún de los mejores y de los buenos-
sea el apoyo de tus esfuerzos,
sino solo Tu Dios,
Tu Todo y Tu Eterno.

Que sea “la Piedra Angular
que desecharon los constructores”, que desestimaron
los artífices de este mundo, de este lugar
que son los pecados de todos los hombres, acumulados.
Piedra Angular
que en la Pasión,
desecharon los hombres
para construir su pecaminoso Lar.

Piedra Angular:
todo un Firme corazón
en toda la debilidad de una Cruz singular
de todo un Dios Apasionado,
de todo un Dios Constructor de un lugar,
que es un Templo de hombres, Eterno y Santo.


Una manera diferente de pelear por Dios

Nada me sacia ya, Señor,
de las hermosas cosas que Tu creaste
pero solo te pedí un descanso
-una tregüa en esta lucha acre que voy llevando-
y, por tu misericordia, me lo estás dando.

No quiero, en él quedarme
porque Tu me diste no “achancharme”
y porque, rezando, en Vos estar
es una manera diferente de por Ti pelear.

Retomar fuerzas, eso quiero sí:
respirar hondo, tomar aliento,
para volver al camino que vas trazando para mí,
que de cruces está siendo.

¿Acaso, eres un Verdugo Implacable?
¿Acaso, no eres Padre?
¿Acaso, no clama la Sangre de Tu Hijo;
-del Dios Fuerte, del Dios Admirable-
fortaleciendo a sus hermanitos,
en sus muchas debilidades?

Gracias, Amor de mis amores,
gracias mil, por este descansito
en el campo de esta liza incesante
a favor Tuyo y contra mí mismo,
para que triunfe, en mí, Tu Sangre
y no –de mi pecaminoso corazón- la carne .


“¡Vamos a la Sangre!”

Al Padre Agustín Sapriza

¡Oh, santa querida,
qué hermoso es este consejo
y qué verdaderos y bellos, sus efectos!

Cuando estoy cargado de pecados
corro por la calle en busca de un padre
para que derrame, Señor,
sobre mí, Tú Sangre,
en el nombre del Espíritu, del Hijo y del Padre.

Y cuando corro hacia la iglesia
voy apenado por mis pecados
pero, por tu misericordia, esperanzado.

Y una vez que la Confesión
me dio su Penitencia
me encuentro como un niño con juguete nuevo:
es decir, de interior alegría repleto.

Y aunque la Gracia no es juguete
Tú, Señor, nos tratas como a niños
a tus pies arrodillados
para así, mejor levantarnos
y juegas con nosotros, como dice Tu Espíritu Santo:
“la Sabiduría, es decir, el Hijo,
de los caminos de Dios (del Padre) estaba al principio
jugando en el orbe de la tierra,
teniendo su delicia en los hijos de los hombres”

Por eso, cada tanto,
-cuando me pesan los pecados-
Me digo: “¡vamos a la Sangre!, Fernando”
-“aunque caiga 7 veces el justo se levanta”-
y corro tras el padre, arrepentido
para jugar sobre la tierra con el Hijo,
para jugar perdonado
como un niño, con Dios mismo.

“Vete en paz, campeón”, tras la Absolución,
me dijo el sacerdote de Cristo
y en paz me quedé
con el corazón encumbrado
hasta el cielo alegrado y ensanchado,
los pies en la tierra bien plantados.

“¡Vamos a la Sangre!”, cristiano
que está abierto el costado de Cristo
y quiere –por su Sangre- jugar contigo.


2006



Soledad, bienamada

Soledad, bienamada
porque Tú me la mandas,
no quiebres, por Tú Gracia,
las fuerzas –pocas- del alma.

Soledad: dile al Solitario de la Cruz:
“enséñale a sobrellevarla
y hasta a hacer de ella
el estandarte de sus espirituales batallas.”

.









¡Ven, Espíritu!

Se han venido días de espera,
días que pasan lentos,
como un río de llanura.

Y hay zozobra en el corazón
por el futuro incierto,
la fe que tambalea
y Tú que siempre estás
que siempre te quedas.

Inconmovible es tu voluntad,
Dios mío,
y la mía débil
como una vela que se acaba…
que se apaga…

Tú me conoces más que yo mismo,
ven Espíritu,
ven y fortaléceme.





La tierna Medianera

La tarde soleada de mayo
me hace cantarle a María
¡oh, Virgen Santísima!
viva tu ternura
por la que todo se hizo.
Porque, por Ella, sin dureza,
nos acercas al Corazón de Cristo.

El sufrimiento va por dentro
mientras la desocupación
en estos amantes versos
encuentra su salida
porque están escritos por amor a Dios “mesmo









Versos esculpidos por tu Gracia

La noche es larga y se alarga
en los brazos de esta vida que, no es vida
mas que, para merecer la eterna.

Estos versos son como palabras
-esculpidas en piedra-
que desahogan el espíritu
de los malos espíritus,
que a la puerta del alma acechan.

La gracia de estar en Ti, Señor,
me hace escribirlos para ahuyentarlos
y tiemblo por mis muchos pecados
porque sé que no soy digno de esta Gracia
pero Tú me abandonas en tus paternos brazos
y en el alma recibo ya tu beso
que me señala el estrecho sendero
que me conduce a la fiesta del Cielo.






Asistente terapéutico

La oración se levanta silenciosa
al lado del enfermo que cuido.
La muerte está a un paso de “agarrar”
a este hombre que no cree en Ti.
Y aunque ya perdió la cordura
rezo por su alma y al oído le digo
que se arrepienta y te encuentre feliz.

El trabajo que me has dado
ha curado el desánimo
que hace un tiempo pesaba en mí,
porque dando recibí
y contemplando de esta vida, lo débil y pasajero,
más y más me aferro a Ti:
Dios Todopoderoso y Amor Eterno
crucificado en Jesucristo,
Señor y Padre mío,
Amor Infinito…




Viviendo de tu Condena

Estas cosas hermosas que creaste,
para alabarte son, Señor, para alabarte.
y el frío y el sol,
la lluvia y lo seco;
nos dan atisbos de tus misericordias y de tus castigos.

Pero como más grandes son tus amores que tus condenas,
vivimos de la esperanza que Tú nos dejas.

Así, del corazón las penas ahuyentas;
para que el sacrificio sea
en la Paz de tu Crucial respuesta:
suben, desde el Altar,
sacerdotales palabras
que te Ofrecen y te Consagran,
(que –incruentamente- el Sacrificio de la Cruz renuevan)
haciéndote Presencia Real
para que al Comulgar, vivamos de tu Condena.


2004 se pone al final