se pone al inicio
Católicas verdades molestas
“…ni todas las cosas bien hechas agradan a todos”[1]
Ni todas las verdades tampoco agradan a todos.
Mejor aún, escuchad: muchas verdades desagradan a muchos
aunque sean palabras para la salvación eterna de las almas.
Son verdades molestas, pero verdades salvíficas si asentimos en ellas.
En un mundo tan cómodo y hedonista como el moderno no nos debe extrañar que no sean aceptas.
Alguien decía que existe el lado antipático de
En
¡Ay de aquel que se escandalice de
He aquí un racimo de estas rosas con espinas de verdades molestas que son un regalo
para todo aquel que ame su alma y quiera salvarse.
Fuera de
Y Jesús le dijo a Pedro: “Simón tu eres Piedra y sobre ésta piedra edificaré mi iglesia”
No dijo: “Y sobre ésta piedra edificaré mis iglesias”
“…cuando Jesucristo habla de este edificio místico, no menciona más que una Iglesia, que llama suya: "Yo edificaré mi Iglesia" (Mat. 16, 18). Cualquiera otra que se quiera imaginar fuera de ella, no puede ser la verdadera Iglesia de Jesucristo. (León XIII, Satis cognitum, nº9)
“Que se busque, pues, otra cabeza parecida a Cristo, que se busque otro Cristo si se quiere imaginar otra Iglesia fuera de la que es su cuerpo. "Mirad de la que debéis guardaros, ved por la que debéis velar, ved la que debéis tener. A veces se corta un miembro en el cuerpo humano, o más bien, se le separa del cuerpo una mano, un dedo, un pie. ¿Sigue el alma al miembro cortado? Cuando el miembro está en el cuerpo, vive; cuando se le corta, pierde la vida. Así el hombre en tanto que vive en el cuerpo de
El sucesor de San Pedro –el Papa- es infalible hablando “ex cathedra”,
es decir, teniendo en cuenta las siguientes condiciones:
cuando habla a
y con la intención de imponer como Maestro que es.
Nuestro Señor no es religiosamente pluralista; es por el contrario, monopolizador de la Verdad,
que es Él mismo. Y agregó hablando sobre su Iglesia:
“Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella.”
El que no está conmigo está contra Mí
y el que no junta conmigo desparrama, dice Jesús.
Que vuestro sí sea “sí, sí” y vuestro no sea “no, no”;
lo demás viene del Maligno.
Lo que mancha al hombre no viene de afuera del hombre;
lo que mancha al hombre es lo que sale de su corazón, de su interior:
malos pensamientos, mentiras, asesinatos, envidias, contiendas, blasfemias, fornicación …
Quien desea a una mujer en su corazón –codiciándola- ya comete pecado.
Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos
cuanto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan.
El que se pierde y me sigue ese se encontrará. Si el grano de trigo arrojado en tierra no muere, se queda solo; mas si muere, produce fruto abundante. Quien ama su alma, la pierde; y quien aborrece su alma en este mundo, la conservará para vida eterna.
El que quiera salvarse niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Es necesario que hayan escándalos
pero ¡ay de aquel por el que vienen los escándalos!:
más le valdría no haber nacido.
La puerta que lleva al Cielo es estrecha
y muchos se esfuerzan por encontrarla pero pocos la atraviesan.
Muchos son los llamados pero pocos los escogidos.
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos.
No se pude amar a dos señores simultáneamente. No se puede amar a Dios y a Mamón (el dios
pagano del dinero). Porque se amará a uno y se aborrecerá al otro;
o se aborrecerá a uno y se amará al otro.
Si tus ojos te son ocasión de escándalo, quítatelos.
Es mejor entrar sin ellos en el Cielo que, con ellos ir a parar al Infierno.
(Como dicen unos versos de una poetiza brasilera: “con un solo ojo, una sola pierna vivo y canto; mas con los dos de cada uno y miedo lloro tanto que temo dar escándalo a mis hermanos.”)
Jesús lo llamó a seguirlo y el discípulo le dijo:
“Voy a enterrar a mi padre y luego te seguiré.”
Jesús le contestó: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos, tú ven y sígueme.”
El que toma su mano al arado y mira para atrás no es digno de Mí.
No vine a traer paz a la tierra sino espada.
Y en una casa un padre estará contra su hijo
y un hermano contra otro hermano a causa de Mí.
Y de nuevo los judíos se dividieron a causa de estas palabras (del Buen Pastor). Muchos decían: “Es un endemoniado, está loco. ¿Por qué lo escucháis?” Otros decían: “Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?”
Vine a traer fuego a la tierra y cuánto deseo que esté ardiendo.
Quien se avergüence de Mí y de mis palabras ante los hombres
Yo me avergonzaré de él, delante de mi Padre y de sus santos ángeles.
Señor: tu madre y tus hermanos te están buscando.
Y Él respondió: “El que escucha mis palabras y las pone en práctica
ese es mi padre, mi madre y mis hermanos.”
Yo soy
Quien no da fruto es como el sarmiento que se seca, se corta y se arroja en el fuego del infierno.
El que da fruto se poda para que dé más fruto y su fruto permanezca.
¿Se puede hacer bien en día de sábado?
Y nadie le contestó, pero Él curó al hombre de la mano seca.
Y sentenció: no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre.
(No es el hombre para la ley sino la ley para el hombre).
“Después que hubiereis hecho todas las cosas que se os han mandado (por Dios), habéis de decir: siervos inútiles somos” Lucas 17, 10
Muchos me dirán: “Señor, Señor, profetizamos en tu nombre, comimos y bebimos contigo ...”
Pero Yo les diré: “¡Fuera de aquí! No os conozco, fautores de iniquidad.”
¿Por qué me decís, Señor, Señor, si no ponéis en obra mis palabras?
Entonces dirá también a los de su izquierda:
“Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno; preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.” Entonces responderán ellos también: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y Él les responderá: “En verdad, os digo: en cuanto habéis dejado de hacerlo a uno de éstos, los más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis.”
Y éstos irán al suplicio eterno, mas los justos a la eterna vida.”
Los discípulos, viendo esto (a una mujer derramando sobre la cabeza de Jesús un ungüento de mucho precio) se enojaron y dijeron: “¿Para qué este desperdicio? Se podía vender por mucho dinero, y darlo a los pobres.” Mas Jesús –notándolo- les dijo: “¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a Mí no me tenéis siempre. Al derramar este ungüento sobre mi cuerpo, lo hizo para mi sepultura.”
“Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”
“¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres!
Porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas.”
“Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; rogad por los que os calumnian. A quien te abofetee en la mejilla, preséntale la otra. (Pero también aquello: el siervo del sumo sacerdote le pegó una bofetada, diciendo: ¿Así respondes Tú al Sumo Sacerdote? Y Jesús le respondió: “Si he habado mal, prueba en qué está el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?); y al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica.
Da a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y según queréis que hagan los hombres con vosotros, así haced vosotros con ellos.”
El traidor (Judas Iscariote) les había dado esta señal: “Aquel a quien yo daré un beso, ése es; sujetadle.” En seguida se aproximó a Jesús y le dijo: “¡Salud, Rabí!”, y lo besó. Jesús le dijo: “Amigo, ¡a lo que vienes!” Entonces, se adelantaron, echaron mano de Jesús, y lo prendieron.
Como contra un ladrón habéis salido, armados de espadas y palos, para prenderme. Cada día me sentaba en el Templo para enseñar, ¡y no me prendisteis! Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces los discípulos todos, abandonándole a Él, huyeron.
“Yo les he dado tu palabra (Padre) y el mundo les ha tomado odio, porque ellos ya no son del mundo, así como Yo no soy del mundo, sino para que los preserves del Maligno. Ellos no son ya del mundo, así como Yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: la verdad es tu palabra.”
Dice San Juan: “No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no es del Padre sino del mundo. Y el mundo, con su concupiscencia, pasa, mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Mirad que Yo los envío –dice Jesús- como ovejas en medio de lobos.
Sed pues, sencillos como palomas y astutos como serpientes.
También dijo al que lo había invitado (un fariseo en día sábado): “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y que esto sea tu pago. Antes bien, cuando des un banquete, convida a los pobres, a los lisiados, a los cojos, y a los ciegos. Y feliz serás, porque ellos no tienen cómo retribuirte,
sino que te será retribuido en la resurrección de los justos.”
Entonces, pues, Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar. Luego los soldados trenzaron una corona de espinas, que le pusieron sobre su cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura. Y acercándose a Él, decían: “¿Salve, rey de los judíos!!” y le daban bofetadas. Y se burlaban de Él y lo escupían y velándole la cara lo golpeaban y le preguntaban: Adivina ¿quién te golpeó?
Pilato salió otra vez afuera, y les dijo: “Os lo traigo fuera, para que sepáis que yo no encuentro contra Él ningún cargo.” Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: “¡He aquí al hombre!” Los sumos sacerdotes y los satélites, desde que lo vieron, se pusieron a gritar: “¡Crucifícalo, crucifícalo!”
Hilario Atanasio