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SAN JOSÉ PATRONO CONTRA EL COMUNISMO

“El comunismo es intrínsecamente perverso”

Papa Pío XI

 Encíclica: “Divini Redemptoris”

Dada en Roma, junto a San Pedro, en la Fiesta de San José,

Patrono de la Iglesia universal, el día 19 de marzo de 1937.

 

“Lo que la Iglesia debe condenar en este Concilio (Vat. II) es el comunismo

por ser el mal más importante de nuestra época.”

Monseñor Marcel Lefebvre

 

 

 

BLOG: ADELANTE LA FE

San José Obrero, Patrono contra el comunismo

30/04/18   8:55 PM por  Germán Mazuelo-Leytón

La sociedad actual, por ignorancia o por malicia se ha apartado de los principios del Cristianismo, vivimos en un mundo anticristiano, la humanidad le ha dado las espaldas a Dios, la pérdida de sentido de pecado es la nota más característica de nuestros tiempos. El populismo reinante afirma que la opinión pública, como voluntad autónoma del pueblo, es la ley suprema en la política y que en ésta los hechos consumados tienen por sí mismo valor jurídico. Esta concepción política deja el campo abierto al desenfreno de la codicia humana.

En Fátima durante las apariciones de 1917, el 13 de octubre, San José estuvo presente mientras acontecía el milagro de la danza del sol, de forma casi desapercibida y prudente pero fundamental. Dice sor Lucía: «Desaparecida la Virgen en la inmensa lejanía del firmamento, vimos al lado del sol, a San José con el Niño Jesús y a Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul. San José con el niño parecían bendecir al mundo con unos gestos que hacían con la mano en forma de cruz».

Como los Papas de la primera mitad del siglo veinte lo vieron, la figura modélica del Patriarca San José adquiere actualidad extraordinaria en los tiempos difíciles que nos toca vivir como ciudadanos y como miembros del Cuerpo místico de Cristo.

I. El más grande de los santos

La doctrina católica enseña que después de la Santísima Virgen María San José es el mayor de los santos. San Bernardino de Siena afirma que el humilde carpintero de Nazaret sobresale en gracia y en bienaventuranza por encima de los patriarcas, de los profetas, de San Juan el Bautista, de San Pedro, de San Pablo, de todos los Apóstoles, mártires, santos y doctores de la Iglesia.[1]

Santo Tomás de Aquino propone tres principios teológicos capitales para ayudar a interpretar la vida de los santos.[2]

El primero es, que cuando Dios elige a alguien para una misión especial en la Iglesia, él siempre lo prepara. San José recibió la gracia de saber discernir los mandatos de Dios. Los evangelios nos dicen que era un «varón justo» (Mt 1, 19) es decir un hombre santo, todo su ser está encauzado a cumplir el plan de Dios.

La cooperación de San José en la obra de la Encarnación y la Redención es muy análoga a la de la Virgen María, su esposa. Razones de suma conveniencia motivaron la entrada de José en el núcleo del misterio de la Encarnación. Suárez decía que San José forma parte del orden de la Unión Hipostática (es decir, de la Encarnación); no del mismo modo que María ciertamente, de quien el Verbo asumió la carne, sino en cuanto se vio implicado en sus aspectos más íntimos.

San José, obedeciendo a Dios, custodiando a María y siendo padre de Jesús, «entró en el núcleo del misterio de la Encarnación». Como afirma San Jerónimo, era conveniente: (1) porque en la genealogía de Jesús debía aparecer el linaje de María; (2) porque los judíos habrían apedreado a María, en caso contrario, como adúltera; (3) porque las pruebas y contrariedades primeras exigían que San José la protegiese y consolase; (4) porque Satán no debía saber que Jesús había nacido de una Virgen. Esta última razón ya la había mencionado San Ignacio Mártir.

Asimismo San Gregorio Magno y San Bernardo opinan que San José era necesario para testimoniar que Jesús había nacido de una virgen, y San Efrén subraya que San José evidencia el título de Jesús como hijo de David, demostrando su linaje real.

Santo Tomás de Aquino observa que San José aseguró la condición jurídica de Nuestro Señor, ya que la reputación y los derechos procedían del padre.

Es digno de destacar que después de la aparición del ángel en la Anunciación, los mensajes divinos referentes a la Sagrada Familia no fueron comunicados a María, sino a José, lo cual confirma que realmente era cabeza de familia.[3]

El segundo lineamiento del Aquinate es, que cuanto más uno se acerca al principio de la gracia, más recibe los efectos de ese principio.[4] En el caso de San José, esto significaría recibir un océano de gracias porque vivió con Jesús, la Cabeza del cuerpo místico, así como con María, la Reina del cielo y la tierra, sin mancha de pecado. De lo que podemos deducir que José habría sido inundado con gracia a lo largo de su vida, lo que le permitió vivir y merecer no sólo su propia salvación, sino también la salvación de los demás. Esta es la fuente de su papel especial en el cielo como patrono de la Iglesia Universal.

El padre Tomás Morales S. J. afirma: «Aquí está San José: anchas espaldas para el trabajo, no pierde ni un segundo, está siempre adorando, está siempre trabajando, está siempre solícito, cuidando de la Virgen y, sobre todo, del Jesús niño. No tiene un instante libre, no piensa más que en amar, adorar y en trabajar para ellos. Aquí está san José. Es el ministro de relaciones exteriores de la sagrada familia. Él es el que se tiene que preocupar de todo en Nazaret, en los cuatro o cinco días de camino hacia Belén, en la gruta de Belén, en Egipto después, en Nazaret y siempre relacionándose con todos».

Cuando Jesús comenzó su vida pública, ya no se habla de José, que para entonces habría muerto, no se lo señala como asistente a las bodas de Caná. San Marcos, cuando se refiere a Jesús, lo nombra como hijo de María, pues seguramente ella era ya viuda; ya que, de otro modo, hubieran dicho que era hijo de José y de María. La gente de Nazaret, hablando de Jesús, dice: «¿No es este acaso el carpintero, el hijo de María?» (Mc 6, 3).

Como tercer razonamiento, Santo Tomás enseña que la virtud de la devoción -un aspecto de la virtud de que la religión es la voluntad de servir a Dios más fácilmente- se produce como resultado de la meditación y la contemplación.[5]

Los fieles de toda condición hallan en las acciones de San José las normas de conducta adaptadas a su propio estado: nos da admirables ejemplos a todos los que estamos comprometidos en el apostolado, sacerdotes, monjes, religiosas, seglares; a los que respondiendo a la voluntad de Dios se disponen al matrimonio, o que ya están en ese estado, es modélico como marido, padre y educador. Los sacerdotes deben mirar a Jesús sobre los altares con la misma fe y piedad con que San José le miraba en el pesebre.

II. Patrón de la Iglesia

El Papa Pío IX declaró al glorioso Patriarca «Patrón de la Iglesia Católica»:

«Y puesto que en estos tiempos tristísimos la misma Iglesia es atacada por doquier por sus enemigos y se ve oprimida por tan graves calamidades que parece que los impíos hacen prevalecer sobre ella las puertas del infierno, los venerables obispos de todo el orbe católico, en su nombre y en el de los fieles a ellos confiados, elevaron sus preces al Sumo Pontífice para que se dignara constituir a san José por patrono de la Iglesia. Y al haber sido renovadas con más fuerza estas mismas peticiones y votos durante el santo concilio ecuménico Vaticano, Nuestro Santísimo Papa Pío IX, conmovido por la luctuosa situación de estos tiempos, para ponerse a sí mismo y a todos los fieles bajo el poderosísimo patrocinio del santo patriarca José, quiso satisfacer los votos de los obispos y solemnemente lo declaró Patrono de la Iglesia Católica».[6]

El Papa Pío IX, expone las razones que lo llevaron a tomar esa decisión, subraya en primer término la misma elección de parte de Dios hecha a José, a quien confió lo que Él tenía de más precioso; enseguida puntualiza que la Iglesia a lo largo de toda su historia ha honrado a San José con María Santísima, y asimismo que la Iglesia en circunstancias difíciles acudió siempre a su protección exitosamente.

El Papa León XIII dice: «Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia y por las que, a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús… José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia… Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo».[7]

III. San José Obrero «Patrono contra el comunismo»

De la Revolución Francesa se derivaron infinitos males para la Iglesia. Un siglo después, en 1889, León XIII publicaba la Quamquam pluries, justo después de que II Internacional proclamara el 1º de mayo como fiesta revolucionaria del trabajo. El marxismo internacional produjo luego la fundación de la III Internacional que consagró la hegemonía del Partido Comunista, que tantos males traería al mundo.

El siglo veinte vio el surgimiento de ideologías ateas y totalitarias como el comunismo y el socialismo, enemigas de la Iglesia y del obrero cristiano. Sabiendo muy bien la amenaza de estos males los Papas consideraron oportuno advertir a los fieles y confiarlos al cuidado de San José.

El socialismo, fue condenado por Su Santidad León XIII, en la encíclica Quod Apostolici Muneris, pues sus principios son: 1. Negación de Dios y de la Iglesia, 2. Supresión de toda autoridad, 3.Igualdad absoluta de todos los hombres en la esfera jurídica y en el plano político, 4.Disolubilidad del vínculo matrimonial y por consiguiente disolución de la familia, 5. Abolición del derecho a la propiedad, 6. Acción política demagógica sostenida por una propaganda revolucionaria.

En el Motu Proprio, Bonum sane et salutare, el Papa Benedicto XV, el 25 de julio de 1920, advirtió a los fieles respecto del socialismo y el gobierno mundial, al tiempo que los confiaba al cuidado de San José:

«Por lo tanto, hemos de deplorar mucho más que antes que las costumbres sean más libres y depravadas y que, por la misma razón, se agrave cada día más la que llaman causa social, de modo que debemos temer males de gravedad extrema… Pues, en los deseos y la expectativa de cualquier desvergonzado se presenta como inminente la aparición de cierta República Universal… y en la cual no habría diferencia alguna de nacionalidades ni se acataría la autoridad de los padres sobre los hijos, ni la del poder público sobre los ciudadanos, ni la de Dios sobre los hombres unidos en sociedad… Si esto se llevara a cabo no podría menos de haber una secuela de horrores espantosos; hoy día ya existe esto en una no exigua parte de Europa que los experimenta y siente. Ya vemos que se pretende producir esa misma situación en los demás pueblos; y que, por eso, ya existen aquí y allá grandes turbas revolucionarias porque las excitan el furor y la audacia de unos pocos… Por la misma razón, para retener en su deber a todos los hombres que se ganan el sustento por sus fuerzas y su trabajo donde quiera vivan, y conservarlos inmunes del contagio del socialismo que es el enemigo más acérrimo de la sabiduría cristiana, ante todo les proponemos fervorosamente a San José para que lo elijan como guía particular de su vida y lo veneren como patrono».

Su sucesor el Papa Pío XI, viendo la creciente amenaza en contra de la Iglesia, de la pestilente secta comunista, decidió confiar de manera explícita a San José la causa contra el comunismo:

«Para acelerar la paz de Cristo en el reino de Cristo, por todos tan deseada, ponemos la actividad de la Iglesia católica contra el comunismo ateo bajo la égida del poderoso Patrono de la Iglesia, San José.

San José perteneció a la clase obrera y experimentó personalmente el peso de la pobreza en sí mismo y en la Sagrada Familia, de la que era padre solícito y abnegado; a San José fue confiado el Infante divino cuando Herodes envió a sus sicarios para matarlo. Cumpliendo con toda fidelidad los deberes diarios de su profesión, ha dejado un ejemplo de vida a todos los que tienen que ganarse el pan con el trabajo de sus manos, y, después de merecer el calificativo de justo (2Pe 3,13; cf. Is 65,17; Ap 2,1), ha quedado como ejemplo viviente de la justicia cristiana, que debe regular la vida social de los hombres».[8]

Fue el Papa Pío XII, quien estableció que la fiesta de San José Obrero se celebre anualmente en la Iglesia Universal el 1 de mayo, fecha elegida específicamente para contrarrestar el feriado predominantemente socialista y comunista, conocido como «Día internacional de los trabajadores» o «Primero de Mayo».

En su discurso a los trabajadores italianos el Papa Pío XII, el 1° de mayo de 1955 dijo a los trabajadores: si quieres estar cerca de Cristo, te repito “Ite ad Ioseph”: ¡Ve a José!

«El Cristianismo se funda en el amor, el marxismo parte del odio, de la lucha de clases, cree en el inmisericorde aniquilamiento de los adversarios. El Cristianismo es un llamado a todos los hombres, el marxismo convoca sólo a los proletarios, a los explotados. Uno cree en la Redención, el otro en la revolución».[9]

El comunismo encierra un falso ideal de aparente redención. La lucha de clases es uno de sus fundamentos. La difusión del comunismo se explica por las deslumbradoras promesas que hacen a los incautos y a los ignorantes, apoyándose en las injusticias del régimen económico liberal, así, vemos hoy en tantas partes del mundo la difusión de los errores del comunismo. El marxismo cultural. Y como avizoraría proféticamente Don Plinio Correa de Oliveira, la revolución en su IV etapa: el comunismo tribal, incluso dentro de la Iglesia Católica con la «teología de la liberación» y múltiples herejías.

No cabe duda de que el patrocinio de San José Obrero, es de inusitada urgencia.

_____

[1] SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón I sobre San José.

[2] DE AQUINO, SANTO TOMÁS, Summa Theologiae III 98, 5 ad 3.

[3] Cf.: DUFF, FRANK, San José.

[4] DE AQUINO, SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, 5; véase también II-II 1, 7 ad 4.

[5] DE AQUINO, SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, II-II 82, 3 ad 2.

[6] PAPA PIO IX, Decreto Quemadmodum Deus, 08-12-1870.

[7] PAPA LEÓN XIII, Encíclica Quamquam pluries, 15-08-1889.

[8] PAPA PÍO XI, Encíclica Divini Redemptoris, 86, 87.

[9] AGUILAR, LUIS E., Encuentro de dos herejías.

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Germán Mazuelo-Leytón

GERMÁN MAZUELO-LEYTÓN

Germán Mazuelo-Leytón es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Miembro de la Fundación «Vida y Familia» de su diócesis. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

 

 

 

 

 

 

 

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DÍA DE LA MUJER: EL PROBLEMA FEMENINO

El problema femenino


                    Uno de los tomos de la preciosa colección de «Enseñanzas Pontificias», publicado por los Monjes de Solesmes en 1958, tiene un nombre sorprendente: El Problema Femenino. Aunque no nos tendría que sorprender tanto, pues en el último siglo los Papas fueron prestando cada vez mayor atención a la crisis de la sociedad moderna, y la mujer es el quicio en que gira toda la sociedad. La sociedad está en crisis, y lo está la mujer, y la declaración pública y oficial de que la mujer está en problemas, está en que se estableció su Día. Si hubo Día del Trabajador, fue porque los trabajadores estaban en problemas, como pasa con el Día del Medio Ambiente y el día del Animal. Y lo mismo para el Día de la Mujer, 8 de marzo. Y las cosas han empeorado tanto que el pasado 8 de marzo se sufrió el general desconcierto de una «huelga mundial de mujeres». ¿Qué puede pasar en una sociedad en que las mujeres entran en huelga, cómo se arregla? Todas sienten que algo no va, que la situación las enferma, pero a la hora de diagnosticar la enfermedad, el desconcierto es abismal. Se reclaman los derechos de la mujer, pero por poco que se investigue se hace evidente que ya nadie sabe bien qué es la mujer, ni cuál es su lugar. Para calmar los ánimos, a un presidente se le ocurrió elogiar las virtudes domésticas de la ama de casa, y se le volvieron furiosas por su discurso machista. Se renuncia al hogar, al matrimonio, a la maternidad. Es un hecho patente que la Iglesia restituyó a la mujer en su verdadera dignidad, pero ahora prenden fuego delante de la Catedral. Se llega al extremo de blasfemar contra el purísimo ideal de toda mujer, la Santísima Virgen María. O restauramos el ideal de la mujer cristiana, o todo se acaba.

 La verdadera belleza femenina.

 Es verdad que, como se ve en el Génesis, la mujer fue creada por Dios para el hombre, pero no para ser su sierva o esclava, sino como su auxiliar: «No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda semejante a él» (Gen. 2 18). En términos más precisos, no es sierva del bien personal del hombre, sino auxiliar para el bien común de la familia y de la sociedad: para que el hombre no esté solo, porque por naturaleza es social. La mujer es el complemento del hombre en orden a la vida temporal, es su gran bien, porque por ella el hombre se prolonga y multiplica en la sociedad. Y por eso es su gloria y alegría. Lo dice San Pablo, al explicar por qué la mujer debe cubrir sus cabellos en la Iglesia: «El varón no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen de la gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón» (I Cor. 11 7). Como Dios todo lo hace bien, y la mujer debía ser complemento del varón en una tarea tan grande como la transmisión de la vida y el establecimiento de la sociedad, la hizo amable al varón: atractiva. Pero con el uso de esta palabra se produce una nefasta confusión. Cuando se dice que la mujer es atractiva para el varón, inmediatamente se piensa en el atractivo físico. Pero la mujer no es un maniquí sino un ser humano, con cuerpo y alma, y con un cuerpo que debe estar subordinado al alma como lo secundario a lo principal. Dios hizo a la mujer como un complemento atractivo del varón principalmente por el alma, por lo espiritual. Y también en lo corporal, pero subordinado al espíritu, como instrumento de lo espiritual. La verdadera belleza de la mujer no está en sus formas femeninas, sino en sus virtudes femeninas, que son justamente el complemento de las virtudes del varón. El orden virtuoso que la gracia debe ir poniendo en el hombre va de lo espiritual a lo corporal, y de lo interior a lo exterior. Primero debe poner sabiduría y prudencia en la inteligencia; luego justicia en la voluntad; después fortaleza en el apetito irascible, que es como la fuente en el alma de todas las pasiones que tienen que ver con los bienes dificultosos y los males agresivos, sobre todo de la ira (de allí su nombre); y por último, la gracia tiene que poner orden por la templanza en el apetito concupiscible, que es fuente de las pasiones del amor y del odio, del deseo y del gozo. Por eso la última de las virtudes que se establecen en el alma es la castidad: el varón prudente, justo y fuerte tiene que tener siempre cuidado respecto de la castidad, porque estando seguro en las otras virtudes, no puede estarlo en ésta hasta que no ha alcanzado una perfecta santidad. Por eso San Pablo pone en conexión la santidad con la castidad: «Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, […] pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad» (I Tes. 4 3-7). Y recién con el reino de la castidad aparece la virtud al exterior, pues llega la obra de la santificación a su plenitud: de la castidad brota la modestia exterior, que manifiesta hacia afuera el esplendor de un alma ordenada. Ahora bien, no hace falta demasiada penetración sicológica para saber que en el varón predominan las pasiones propias del irascible, mientras que en la mujer las propias del concupiscible. El varón tiene pasiones más prontas e impetuosas, propias para el combate, y con objetos más complejos, porque el bien difícil o arduo propio de estas pasiones es como un bien envuelto de mal, de la dificultad de alcanzarlo. En cambio en la mujer predominan los afectos más simples del concupiscible, el amor y el odio. Por eso –digámoslo– la mujer es un pésimo enemigo. Porque el varón puede combatir a su enemigo, herirlo y hasta matarlo, y sin embargo distingue su valor, e inmediatamente después del combate puede brindar con su adversario –si sigue vivo– con leal amistad de la paz. En cambio la mujer no siente tanto ira con sus enemigos, sino odio, que es muy distinto: o ama u odia, todo o nada, no anda con distinciones. Con ella la guerra –si la declara– es siempre de exterminio: no termina hasta que no desapareció el enemigo. En los conflictos matrimoniales, el esposo ve en la mujer un adversario con el que luchar para pactar la paz; en cambio la mujer ve en el esposo el mal, y es verdad que no cabe pactar con el mal, sino sólo quitarlo de la propia vida. Pero si el varón entiende la ira y más fácilmente adquiere las virtudes que tienen que ver con la fortaleza, la mujer entiende el amor y tiene como una facilidad natural para las virtudes que lo moderan, en especial la castidad. Y estas virtudes son las últimas, las que se manifiestan más hacia afuera, las que vuelven espiritualmente hermosa a la persona, como la modestia o fineza exterior. Por eso la fisonomía espiritual de una buena mujer es más manifiesta y más hermosa que la del buen varón. Tiene más hermosa apariencia una virtuosa madre de familia, refugio de los afligidos, que un virtuoso militar que le parte la cabeza a los enemigos de la Iglesia. La belleza de la mujer está, pues, en su facilidad para adquirir las virtudes dependientes de la templanza, como la mansedumbre y la humildad, pero principalmente la más exigente de todas: la castidad. Por eso la Mujer por excelencia tiene como nombre propio la Virgen, y siempre había sido la castidad el ornamento más hermoso de la mujer cristiana, sinónimo de su belleza. Y para todo aquel que aún guarda un poco de sentido común, es evidente que las virtudes femeninas son justamente el complemento y auxilio de las del varón, porque por el carácter impetuoso de las pasiones del varón, hecho para la guerra, la castidad se le hace muy problemática, y es la mujer la que lo contiene y modera, la que le comunica este complemento de las virtudes bellas, ayudándolo a ser casto, y más manso y humilde de corazón. La castidad de la familia cristiana, y por lo tanto la santidad, dependen muy especialmente de la buena mujer. Ella debe ser el muro de contención que conserva en la pureza al esposo y a los hijos, la que amansa el ejercicio de la autoridad del padre de familia, y la que conserva en la obediencia al resto de la familia. Por eso, en la medida en que la mujer es verdadera mujer, la familia y la sociedad encaja en sus verdaderos quicios, y se alcanza la felicidad temporal, que proviene de un orden pleno. La buena mujer es causa de la alegría familiar y social, como la Santísima Virgen es causa de la alegría de toda la Iglesia. Y si hoy la sociedad se hunde en la depresión y en la tristeza, es porque la mujer tiene un problema.

 El problema de la mujer moderna.

 La mujer entra en problemas cuando deja de entender que lo propio de ella es ser espiritualmente atractiva, lo que se da especialmente por la castidad, y quiere ser atractiva por lo corporal. Cuando –como le fue pasando cada vez más a la mujer moderna– su ideal ya no es la mujer pura sino la mujer sexy, entra en una espiral viciosa que pasa del deseo a la exasperación, y de allí a la violación de la naturaleza y autodestrucción de la sociedad. Cuando el hombre ama a su mujer por su honestidad cristiana, todas las demás dimensiones se subliman y dignifican: los sentimientos se hacen más estables y delicados; aun si no fuera linda se vuelve bella, porque la fisonomía transparenta las profundidades del alma; y la misma sexualidad adquiere su verdadera dimensión humana y cristiana, pues es unión de cuerpos y de almas. Esta mujer no sufre celos ni se angustia porque pase el tiempo. La mujer que atrapa al varón por la atracción física prepara su desgracia, porque todas sus dimensiones se carnalizan. No importa que sea dulce, sino sugestiva; la honestidad pasa a ser bobería. La mujer sexy es una mujer invertida; tan es así que ya ni el rostro es lo que se le mira. Es una mujer que no domina su vida, porque la virtud se adquiere por el mérito de la buena voluntad, mientras que la forma física depende del puro azar, y ante el paso del tiempo aquélla permanece y crece, mientras que ésta muy pronto se desvanece. Es cierto que la mujer sexy despierta inmediatamente la atención de todos, mientras que la mujer pura tarda en conquistar el interés de uno, porque aquella es mercadería en vidriera, mientras que ésta es tesoro escondido. Pero la relación con el varón la ofende, porque la pasión, divorciada del atractivo espiritual, se vuelve egoísta y despreciativa. Y es así como comienza el conflicto: para manejar al varón, esta mujer sólo cuenta con el acelerador del deseo para atraerlo, y con el freno de sus resistencias para lograr el respeto. Pero en lugar de amansar al varón, como le pasa a la mujer pura, lo exaspera, pues se le vuelve el más arduo de los bienes y el más agresivo de los males. El gravísimo problema está en que ya no se trata de la conducta personal de algunas o muchas mujeres, sino de toda una subversión social que se ha transformado en legislación internacional. La mujer tiene derecho a introducirse y mezclarse en todas partes, y mostrarse como quiera; su imagen provocativa todo lo invade, multiplicada por millones de pantallones y pantallitas. Y ¡ay de aquel varón que ose propasarse! Hoy ya no hace falta ser profeta para señalar cuáles son las vertientes que se originan: o el hombre se enloquece de ira, o renuncia a su hombría. Femicidio o afeminamiento, ¿qué puede haber de más destructivo para una sociedad?

3º Restaurar la mujer en Cristo.

 «No es bueno que el hombre esté solo». No era bueno que Adán estuviera solo, y se le dio como auxiliar a Eva. Pero la Serpiente la sedujo y por ella envenenó a Adán, y Satanás sigue siempre la misma estrategia. Mas tampoco era bueno que Jesucristo estuviera solo, y se le dio como auxiliar a María, que aplastó la cabeza de Satanás. Por Ella Nuestro Señor restauró su Iglesia, y Jesucristo también sigue siempre la misma estrategia. La restauración de la sociedad cristiana pasa muy especialmente por la restauración de la mujer. Que nuestras mujeres no se dejen seducir por el falso ideal de la mujer moderna, que ya vemos cómo arrastra la sociedad a un pozo sin salida. «Engañosa es la gracia, fugaz la belleza; la mujer que teme a Dios, ésa es de alabar» (Prov. 31 30). La Mujer ideal es la Santísima Virgen. Así llama siempre Nuestro Señor a su Madre en los Evangelios: Mujer. Imiten a la Santísima Virgen, sean femeninas a su manera. Se le hace muy difícil a una jovencita cultivar ese ideal cuando no lo ve de cerca, ni siente que nadie lo aprecie. Pero si nuestras jóvenes comienzan a conocer verdaderas mujeres cristianas, mujeres fuertes, mucho más femeninas y más amadas, entonces se animarán a imitarlas. Y si tenemos verdaderas mujeres, tendremos verdaderos varones, y habrá familias y habrá sacerdotes. Para restaurar todas las cosas en Cristo hay que empezar por la mujer.

Tomado de Hojitas de Fe, nº 189, Seminario Internacional Nuestra Señora Corredentora.

Publicado por Stat Veritas en 0:01 viernes, 7 de abril de 2017

 

 

La mujer buena

 

“Es cosa que no tiene precio: una mujer discreta y amante del silencio,

y con el espíritu morigerado (templado).

Gracia es sobre gracia la mujer santa y vergonzosa.

No hay cosa de tanto valor que pueda equivaler a un alma casta.

Lo que es para el mundo el sol al nacer en las altísimas moradas de Dios,

eso es la gentileza de la mujer virtuosa para el adorno de una casa.”

 

Libro del Eclesiástico

26, 18-21

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TATUAJES: UN SIGNO ENTRE OTROS DE PAGANISMO

TATUAJES

UN SIGNO ENTRE OTROS DEL PAGANISMO REINANTE

 EN NUESTRO SIGLO XXI DESPUÉS DE CRISTO

 

 



Joven adulto del siglo XXI con tatuajes.

Ostenta el signo del satanismo por antonomasia:

la Cruz invertida

 

 

 

Por Monseñor Doctor Juan Straunbinger

 

(Seguimos para elaborar este artículo las citas de este sabio y virtuoso exégeta

 fiel a la Tradición de la Iglesia, con sus respectivas notas, en su magistral obra:

 “Biblia comentada” editada en México en 1969)

 

(Como copistas hemos introducido algunas notas y acotaciones para mayor comprensión del tema)

 

Introducción del copista

 

            La moda actual de los tatuajes es un signo entre otros - como el  de raparse la cabellera en forma redonda en sus extremidades o en las cienes – del paganismo en el que vive el mundo actual. Pero este paganismo hodierno no es como el antiguo que no había conocido a Cristo. Es un paganismo apóstata pues, habiendo conocido el Evangelio con su inherente predicación de la sabiduría de la Cruz Redentora de Cristo, la rechazó, llegando a ser un paganismo explícitamente “enemigo de la Cruz de Cristo” (Filipenses 3, 18-19): “cuyo fin es la perdición, cuyo dios es el vientre y cuya gloria es su vergüenza, teniendo el pensamiento puesto en lo terreno”. Y así, a la diuturna apostasía del pueblo hebreo que, otrora fue el  depositario de la Revelación de Dios hecha al hombre, hasta que mató en el suplicio de la Cruz al inicio de nuestra era, al Mesías Divino en Ella Prometido (Jesús el Cristo); se le junta actualmente la apostasía de los gentiles que, habiendo – desde el siglo IV al XVI - recibido, acogido y hecho fructificar en buena medida la Predicación Evangélica del Apostólico y Hebraico Puñado Fiel – Primicia, Raíz, Resto Fiel del Olivo Santo (Romanos 11, 11- 18) – vino a negar y a decaer de la Fe Cristiana y así dar Renacimiento, Retomar y Promover las falsas religiones, los mitos y las costumbres paganas, con nombres nuevos a veces, pero substancialmente idénticos : la proliferación de los adivinos – taróticos, astrológicos -; la consulta de los muertos – mediante supermodernos y científico-técnicos nicromantes que realizan los llamados registros akáshiros -;  la realización de tatuajes – hoy por hoy con técnicas más sofisticadas pero siendo lo de siempre: “imprimirse en el cuerpo dibujos indelebles con una aguja y una materia colorante o quemados con pólvora” -; el rapado de parte de la cabellera en los varones, el rapado de la totalidad de la cabellera en las mujeres que dice San Pablo ser vergonzoso (1 Cor. 11, 6); los piercing; la falta de respeto y hasta el desprecio de los ancianos que son depositados en eufemísticas “casas de salud” y un gran número de et cetera.

 

            Para ejemplo de lo que decimos tomemos los “piercing” que dice Wikipedia – que aún siendo liberal y bastante anticatólico igual nos orienta en el quid religioso del asunto de marras -: “palabra que viene de agujerear, perforar, atravesar (“to pierce” en inglés) y que es la práctica de perforar una parte del cuerpo humano para insertar aretes u otras piezas de joyería. Estas perforaciones son una forma de modificación corporal y REFLEJAN TANTO VALORES CULTURALES COMO RELIGIOSOS, y además parte de la moda, erotismo, gustos personales o IDENTIFICACIÓN CON UNA SUBCULTURA.”

 

(Si en el buscador de internet se escribe: Cunhambebe – que es el nombre de un famoso jefe indígena Tupinambá antropófago - se verán imágenes suyas en las que destacan los piercing en su cuerpo. El parecido con los postmodernos fisicoculturistas tatuados y piercingados es notorio).

                            

         


Indio Cunhambebe


                                                           Postmoderno con pircings

 

Es que, lo que abunda en el espíritu (pneuma) del hombre, se manifiesta en su psiquis, y en su comportamiento psicosocial y por supuesto en su cuerpo  (soma) y hasta en su atuendo.

Ya que somos una unidad ordenada jerárquicamente de arriba a abajo, pneumo-psico-somático-indumentaria gregaria.

 

            Y como Cristo es el Principio de Unidad y es la Verdad y es el Bien y es la Belleza; se comprende por qué el Siglo que vivimos al rechazar a Cristo está Desunido, Atomizado, es Disipado y Centrífugo. Lleno de errores y de errantes, de males y malignos y cultiva el feísmo en lo personal del atuendo y en las expresiones artísticas individuales y sociales modernísimas que, en honor a la verdad, tendrían que llamarse: “Feas Artes”.

 

            Porque la Verdad y el Bien son de una sola manera pero el error y el mal de pluralísimas formas.

 

            Y solo en la Verdad y el Bien Público y Privado se da la Unidad y la Unificación del hombre, y   su auténtica, su genuina, su gratificante Libertad –  realidad que expresó muy bien Juan Zorrilla de San Martín en la última estrofa de su Himno a la Virgen del Pintado, que es la Virgen de Luján venerada en la Banda Oriental, transmutada masónicamente por el clero revolucionario oriental, en Virgen de los “33” (sic): “Porque nunca fuiste sierva del pecado y tus libres manos no esclavizó el mal; por eso te hicimos, Virgen del Pintado, el signo inviolado de la Libertad” -.

            Y es en Esta única posible Libertad – Hija del asentimiento a la Católica Verdad Revelada que actua por la caridad -  que se efectua el debido ejercicio y el goce más o menos pleno de los Derechos Divinos y Humanos, con las limitaciones propias del estado de viadores en el que nos encontramos en esta patria terrena.

 

            El único concepto trascendental del Ser que puede ser de muchas maneras, que puede ser Plural y dejar lugar al Pluralismo Cultural y Sociopolítico es el de la Belleza.

 

            Y esto porque la Belleza es la EXPRESIÓN SENSIBLE de las facultades puramente espirituales del hombre – inteligencia y voluntad – cuando las mismas están ordenadas. Es decir, cuando las facultades superiores-espirituales, están en la posesión, cuando aprehendieron sus objetos propios que, son: para la inteligencia: la Verdad; para la voluntad: el Bien – y en los cuales “descansan”, se “sosiegan”y están en Paz.

            Pues en la vista y el oído tiene que haber variación, multiplicidad, para que algo sea bello para el hombre. Pues es lo bello lo que despierta en la vista y en el oído la complacencia contemplativa, la contemplación gozosa de las cosas que perciben estos sentidos, de las cosas que “sienten”.

 

            Esto que en lo sensible es más propio de la vista y el oído – un rostro bello, un bello paisaje, una bella pintura; una hermosa melodía, una linda canción – también se da en los otros sentidos, como en el del gusto y el del olfato – que siempre van juntos – según aquel adagio culinario: “en la variación está el gusto”.

 En un famoso trecho de la pluma del Doctor de la Gracia en su obra “Las Confesiones” – Libro X, capítulo 27 -, San Agustín nos enseña cómo la hermosura de Dios que, él conoció tardíamente en su vida de Converso adulto, estimuló en su compuesto humano – alma y cuerpo – los cinco sentidos. Notémoslo al citarlo:

 “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamáste y clamaste, y rompiste mi sordera (OÍDO); brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera (VISTA); exhalaste tu perfume y respire, y suspiro por ti (OLFATO); gusté de ti, y siento hambre y sed (GUSTO); me tocaste y abraséme en tu paz (TACTO).”

            Porque la Belleza es, sobre todo, una adecuada proporción de lo verdadero y de lo bueno, EXPRESADA en una razón formal que agrada a las facultades o potencias más cognoscitivas de la parte sensible del alma, como son, la potencia visual y la auditiva y que, por lo tanto, puede predicarse en  muchas idiosincrasias.

 

            Expliquémonos: idiosincrasia viene del griego y tiene que ver con el temperamento, con la mezcla, con la liga de “los humores” propia de una persona o de un pueblo (del griego: ideo, propio, sun, con, krasis, mezcla, temperamento). Por tanto, la expresión sensible o fenotípica de “una adecuada proporción de lo verdadero y de lo bueno” puede ser tan múltiple como múltiples son los temperamentos - forjados en carácteres, en sellos propios - de los individuos y de los pueblos “enancados” en una geografía humana, en un bioma y en un ethos: en un “epifenotipo” propios.

 

(En este sentido y dicho sea de paso, pero oportunamente, la pequeña pieza literaria de José María Pemán intitulada: “El inglés de los ojos azules”; nos demuestra cómo idiosincrasias tan distintas como la de los ingleses y la de los andaluces pueden EXPRESAR DE TAN DIFERENTE MANERA LA BELLEZA DE LA “VERDAD EN ACCIÓN” EN SU MÁS ALTO GRADO DE CARIDAD COMO ES LA PASIÓN DEL ÚNICO DIOS, HUMANADO EN JESUCRISTO. La pieza de marras la hemos encontrado en el libro “La Pasión según Pemán” y dentro del capítulo: “La Semana Santa andaluza”) 

 

            Otrosí: la belleza no es tan solo la expresión estética del ser de las cosas, de los hombres y de los ángeles; sino también - y sobre todo - su predicamento moral, según aquella acertada expresión de los españoles al referirse a una buena persona: “Es una bellísima persona”.

 

            Por eso podemos decir que, los hombres y las mujeres bellos por antonomasia, por excelencia … son los santos. Ergo: hombre santo: hombre bello; mujer santa: mujer bella. Más allá o más acá de su respectivas bellezas estéticas, de sus apariencias habituales o actuales más o menos bellas.

 

           

            EXCURSUS

 

EL SANTO DE LOS SANTOS HECHO HOMBRE ES BELLO

 

            Nuestro Señor en su Pasión siguió siendo el Hombre Bello que fue desde que tomó cuerpo en el  Seno Purísimo y por lo tanto Bellísimo de María Santísima, pero en Esa Pasión dolorosísima - que  fue un estado transitorio de humillación, abyección y anonadamiento en el que quiso colocarse como Víctima teándrica, entregando su cuerpo en sacrificio por el pecado, con el Fin de Salvar a los pecadores elegidos desde toda la eternidad en el Consejo Trinitario - SU APARIENCIA NO FUE BELLA, NI ATRACTIVA; ESTABA DESFIGURADA. 

           

Así lo describe el Espíritu Santo en el llamado “Pasional de Oro” de Isaías (52, 13 – 15  y 53, 1-12)

 

            Pero a pesar de toda esta apariencia sensible “fea” de Jesucristo en su Pasión, hay que decir que Él nunca perdió su Calma Majestuosa, su Dominio de Sí y a pesar de toda la adversidad que sufría, que era mucha y sobre todo moral – recordemos que fue condenado por blasfemo e impostor – transmitía la Paz verdadera como el Príncipe Teándrico de Paz que Es. Pues la Pasión y Muerte en Cruz de la Víctima Divina es un Himno a “la Tranquilidad en el Orden” que es la Paz – Silenciosa y Clamorosamente Cantado -. Pues todo se volvía a poner en Orden… se Reordenaba... al producirse la Satisfacción debida por el pecado que es la Satisfacción Vicaria de Jesucristo. Esta Satisfacción Vicaria de Cristo fue decretada para el hombre desde el Protoevangelio de Génesis 3,15. Pues el Descendiente de la Mujer – Cristo – le aplastó la cabeza a la Serpiente con el calcañar de la Cruz.

 

            Por eso podemos decir que, en esta Compostura Majestuosa, en este Dominio de Sí Mismo, en esta Calma imperturbable que, poseía Cristo en su Pasión, consistía Su Belleza en ese Trance. Belleza Teándrica, Belleza Ontológica Fontal y por lo tanto, inamisible. Belleza sobre todo Espiritual y muy ATRACTIVA. Belleza captada en esa hora trágica solo por los hombres y las mujeres espirituales o por aquellos alcanzados por un saludable ictus de la Gracia de Dios que nunca falta: por la Theotocós, San Juan, la Verónica, las condolientes mujeres llorosas de la Vera del Camino del Calvario, San José de Arimatea, San Nicodemo; y los “acometidos” inusitadamente por la Gracia: la mujer de Pilato, el Buen Ladrón, el Centurión - que “dió gloria a Dios” y confesó como Justo al Agonizante inesperadamente clamoroso -, San Dimas.

 

            Cristo fue Bello en su Pasión no por su apariencia que fue fea sino por su Calma Majestuosa Imperturbable que era una Manifestación de su Inmanente Transcendencia Divina, en su cuerpo perfectísimo. Sobre todo en su Rostro que es un espejo de su alma beatífica, de su alma Divinizada desde el primer instante de su concepción. Porque siendo Jesucristo la Sabiduría Divina Encarnada; en su Pasión – como en toda su vida terrena – manifestó como en un espejo la Majestad de Dios (especulum Dei majestatis).

            Porque, como enseña San Jerónimo, las personas se veían atraídas por Jesucristo no solo al ver los milagros y prodigios que hacía sino que: “Bastaba para ser ATRAÍDO por Él la sola contemplación de la majestad de la Divinidad que en Él, aun escondida, se traslucía en su semblante humano, relucía en su rostro humano (maiéstas Divinitatis occúltæ, quæ étiam in humána fácie relucébat).” ( [i] )

 

 



      La Belleza Majestuosa del Rostro de Jesucristo que tanto atrae al que lo contempla en la Santa Faz (Sancta Facies) de la Sábana Santa a pesar de tener “las huellas” de Su Pasión y Muerte en Cruz; es la Belleza de la Faz Humana de Dios Uni-Trino, es la Belleza de la Faz Humana de la Inmensa Majestad de Dios, es la Belleza de la Faz Humana de Dios. Porque Jesucristo es la Sabiduría Encarnada. Y como dice la Sagrada Escritura:

 

La Sabiduría es:

 

el RESPLANDOR de la luz eterna,

                         un ESPEJO sin mancha de la majestad de Dios,

y una IMAGEN de su bondad 

 

CANDOR lucis æterna,

         SPECULUM Dei majestatis,

IMAGO Dei bonitatis

 

Conferir: Libro de la Sabiduría 7,26

 

Aún en su Pasión afrentosísima quien veía a Jesucristo – Dios Hijo humanado – podía ver a Dios Padre y su Infinita Majestad y Soberanía que nada perturbaba; porque quien veía a Jesús veía a Dios Padre, según aquello de Juan 14, 9:

 

“Respondióle Jesús: ´Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir: Muéstranos al Padre?”

 

Dios Hijo, es el RESPLANDOR, el ESPEJO, la IMAGEN de Dios Padre en cuanto es engendrado eternamente en su Paterno Fecundo Seno – teniendo el nombre eterno de Jesús - y es esas tres cosas de humana manera nueva – sin dejarlo de ser de Aquella – cuando se Encarna y el Espíritu Santo lo Unge, viniendo a Ser el Cristo, pues esas tres propiedades de la Sabiduría Co-Eterna de Dios, se hicieron NOTORIAS cuando en el tiempo habitó entre nosotros en cuerpo y alma. Él (Cristo) es la IMAGEN del Dios invisible(Colosenses 1, 15 a).“Porque en Él habita toda la plenitud de la Divinidad corporalmente(Colosenses 2,9).

 

FIN DEL EXCURSUS

 

 

 

CONTINÚA

CUERPO DEL ARTÍCULO

 

 

            Ya en el Levítico Dios - a través de Moisés - prohibe al pueblo a Él consagrado con exclusividad, las prácticas de los goyim, de los gentiles, de los paganos.

 

Transcribamos algunas citas – y sus paralelos en la Escritura - con las notas de Straubinger ad hoc:

 

 

LEVÍTICO 19, 26-32

 

“No comáis nada con sangre. NO PRACTIQUÉIS ADIVINACIÓN NI MAGIA.

NO RAIRÉIS EN FORMA REDONDA LAS EXTREMIDADES DE VUESTRA CABELLERA, ni cortarás los bordes de tu barba.

No haréis sajaduras en vuestra carne, a causa de un muerto; NI OS IMPRIMÁIS TATUAJE.

Yo soy Yahvé.

 

No profanarás a tu hija, prostituyéndola; no sea que la tierra se entregue a la fornicación y se llene de maldad.

Guardad mis sábados y respetad mi Santuario.

Yo soy Yahvé.

 

NO CONSULTÉIS A LOS QUE  EVOCAN A LOS MUERTOS, NI A LOS ADIVINOS. No andéis en busca de ellos para no contaminaros con ellos.

Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

 

LEVÁNTATE ANTE LAS CANAS Y HONRA EL ROSTRO DEL ANCIANO.

Teme a Dios.

Yo soy Yahvé.”

 

Notas de Straunbinger

 

“Estas disposiciones por extrañas que parezcan, revisten gran importancia para la religión de Israel. Todas estas costumbres prohibidas estaban en relación con el paganismo, especialmente la del tatuaje.

 

(Conferir: Deuteronomio 14,1-2:

“Vosotros sois hijos deYahvé, vuestro Dios; no os hagáis sajaduras ni os cortéis el cabello entre los ojos por un muerto; pues eres un pueblo santo para Yahvé, tu Dios, y te ha escogido Yahvé para que seas un pueblo peculiar suyo entre todos los pueblos que hay sobre la tierra.”

Conferir: Isaías 15,2:

“Sube la casa (de Moab) y de Dibón a las alturas para llorar; Moab da alaridos por Nebó y por Medabá: todas las cabezas están rasuradas y todas las barbas cortadas.”

Conferir: Jeremías 9,25-26:

“He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que castigaré a los circuncisos como a los incircuncisos: a Egipto, a Judá, a Edom, a los hijos de Ammón, a Moab, a todos los que se rapan las sienes y viven en el desierto; porque todos los gentiles son incircuncisos, pero toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.”

Conferir Jeremías 25,17 y 23:

“Tomé pues la copa de la mano de Yavhé, y la di a beber a todas las naciones a las cuales Yavhé me había enviado. (…) a Dedán y a Temá, a Buz y a todos los que se cortan los bordes del cabello;”)

 

Los gentiles creían honrar a sus dioses con la sangre de heridas e incisiones que hacían en el cuerpo para expresar el duelo. Véase Levítico 21,5; Jeremías 16,6; 41,5. Tenían su origen en la idea de ofrecer la propia sangre a los demonios para aplacarlos.

 

Cuanto más afloja la fe, tanto más se extiende la superstición, la magia y el ocultismo. Las grandes ciudades modernas (que el Cardenal Newman llama “ciudades fenicias” N.delC.) tienen más adivinos, astrólogos y ocultistas que sacerdotes. “Es una suprema injuria que hacemos a Dios.” Nos apoyamos sobre la mentira,”sobre un brazo de carne”, rehusamos la ley de Dios, la única que puede alumbrar nuestro sendero.

 

(Nota del copista: Respecto a la consulta de los que evocan a los muertos que se llaman nicromantes, en las ciudades modernas se encuentran en los negocios que realizan los lamados “registros akáshicos”. Es decir, que se conectan con medios técnicos modernos con el éter (“akasha” en sánscrito – lengua sagrada de los sacerdotes de la religión brahmánica de la India – es el éter, el espacio, el cielo). En Uruguay existen unos cuantos de estos negocios como se puede comprobar en la web).

 

 

SABIDURÍA 13, 5-9

 

“Pues de la grandeza y hermosura de las creaturas, se puede a las claras venir al conocimiento de su Creador.

Más los tales son menos represinbles; porque yerran tal vez buscando a Dios y esforzándose por encontrarle, por cuanto le buscan discurriendo sobre sus obras, de las cuales quedan como encantados por la belleza que ven en ellas; aunque tampoco a éstos se les debe perdonar.

Versículo 9 - Porque si pudieron llegar por su sabiduría a conocer el mundo, ¿cómo no echaron de ver más facilmente al Señor del mismo?”

 

(Este pasaje del Antiguo Testamento tiene un paralelo notable en el capítulo 1 de la epístola de San Pablo a los Romanos – hasta parece una cita paulina del mismo -;   del cual extraemos los versículos 20-21:

“Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su divinidad, se hacen notorios (visibles) desde la creación del mundo, siendo percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa; por cuanto conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensqto corazón fue oscurecido.”)

 

 

Nota de Straunbinger a Sabiduría 13,9: “No echaron de ver al Señor:

 

“Ahí está lo trágico del paganismo. Sin embargo el mundo conoció al principio a Dios (cf. 14,13), pero lo olvidó. San Pablo no relega a un pasado lejano el conocimiento que los paganos tenían de Dios. Poseían en las creaturas algo así como un espejo en que el Creador se refleja y el Concilio Vaticano I, apoyándose en San Pablo, definió que Dios puede ser conocido por la sola luz de la razón. Por haber olvidado a Dios los paganos sufrieron el más terrible de los castigos: fueron entregados a sí mismos, a sus pasiones, al espíritu de error y mentira; lo cual no es otra cosa que una sustracción de la gracia, cuya disminución y falta aumenta necesariamente las caídas y provoca mayores y más severos castigos.

Así se explica la gran difusión de la idolatría.”

 

(Conferir Romanos 1,24 ss.: “Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentasen sus propios cuerpos. Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos, Amén.

Por eso los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza. E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos. Y como no estimaron el conocimiento de Dios, los entregó Dios a una mente depravada para hacer lo indebido, henchidos de toda injusticia, malicia, codicia, maldad, llenos de envidia, homicidio, riña, dolos, malignidad; murmuradores, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a sus  padres; insensatos, desleales, hombres sin amor y sin misericordia. Y si bien conocen que según está establecido por Dios los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que  también se complacen en los que las practican.”

 

Viene al caso una ocurrente frase de un autor que decía: “Cuando quiero saber las últimas noticias, leo las cartas de San Pablo.”)

 

Continúa comentando Straunbinger:

 

“El paganismo antiguo no debe confundirse con el neopaganismo.

Los antiguos creían demasiado, tenían en cada casa una estatua o un ídolo, ofrecían muchos sacrificios y se sentían en todas las empresas atados a un dios, en tanto que el neopaganismo que entró en el mundo con el Humanismo, pronto degeneró en racionalismo y ateísmo, que no reconoce ni a Dios ni a dioses. Por eso es el colmo de la apostasía.”

 

 

Nuestra acotación final pletórica de Esperanza

 

La apostasía es el fenómeno propio de los últimos tiempos y tiene como nota propia el pecado de incredulidad que hace resaltar Cristo al describir el estado espiritual del mundo en el momento de su Retorno, de su Segunda Venida en Gloria y Majestad para Juicio y Retribución; según aquella famosa frase Suya en Lucas 18, 8:

 

“Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?”

 

(Y a este versículo, Straunbinger comenta: “Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que San Pablo llama de iniquidad y apostasía – II Tesalonisenses 2 – y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su discurso esjatológico. Conferir Mateo 13,  24, 33, 47 ss y notas)

 

Pero no desesperemos ni decaiga nuestra Fe y nuestra Esperanza Teologales porque aún para esos tiempos de esta vida terrena podemos aplicarnos a nosotros – gentiles –, como hace Straubinger, lo que San Pablo describe para el pueblo judío en Romanos 11, 4-5:

 

“Mas ¿qué dice la respuesta divina?: ´Reservado me he 7.000 hombres, que no han doblado la rodilla ante Baal (nombre de Satanás)´. Así también en el tiempo presente ha quedado un resto, según elección gratuita.”

 

En efecto, el gran biblista fiel a la Tradición de la Iglesia apunta:

 

“Aplicación para nosotros: Cuando la gran masa se aleja de Dios, un pequeño grupo, “la pequeña grey” de la que habla Cristo en Lucas 12, 32, ha de ser el depositario de los misterios de la gracia. Véase Mateo 24, 11 ss y 24.”

 

A nosotros pues, nos toca pedirle a Dios, con sencillez y lucidez de niños, que nos cuente en el número de esos 7.000 elegidos que forman “la pequeña grey” Fiel, según aquello que Nuestra Santa Madre Iglesia nos enseña y nos hace pedir en el Canon de cada Misa Tridentina en una de las Oraciones Preparatorias a la Consagración:

 

“Te suplicamos, pues, Señor, que te dignes aceptar aplacado esta oblación de tus siervos, que es también la de toda tu familia la Iglesia. Dispón en tu paz los días de nuestra vida, y manda que seamos preservados de la eterna condenación, y contados en la grey de tus elegidos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.”

 

Escucharemos entonces como derrotero pacificante con final feliz, aquel que Cristo indicó al pequeño rebaño Suyo que le había permanecido Fiel:

 

Tampoco andéis pues afanados por lo que habéis de comer o beber, y no estéis ansiosos.

Todas estas cosas, los paganos del mundo las buscan afanosamente;

pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas.

Buscad pues antes su reino, y todas las cosas os serán puestas delante.

NO TENGAS TEMOR, PEQUEÑO REBAÑO MÍO,

PORQUE AGRADÓ A VUESTRO PADRE DAROS EL REINO.”

 

Lucas 12,  29-32

 

 

 

21 de septiembre de 2023

 

Fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista

 

Barrio: Paso Molino

 

Montevideo - Uruguay

 

Copista: Fernando José Esmoris Isoleri

 

Pseudónimo: Hilarius Athanasius Contra-arianos

 

Celular con whatsapp: 098 922 176

 

                                  

 Correo electrónico: fesmoris@ibi.ceibal.edu.uy                                                                                        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

           



[i]       De la Obra de San Jerónimo: Libro I de los comentarios sobre San Mateo, cap. 9. Extracto que la Iglesia nos hace leer en las Lecturas  7, 8 y 9 del Oficio Divino de Maitines de la Fiesta de San Mateo Apóstol y Evangelista (21 de septiembre).


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